Langostinos al ajillo



Ésta es una receta prácticamente igual a cómo la que ha hecho José Andrés en TV pero con alguna modificación, conservando algún detalle de cómo lo hacía antes (mi madre). Por ejemplo, José Andrés no le echa pimentón dulce, yo le echo una pizca para darle un poco de color y sabor.

Ingredientes
  • Gambas o langostinos, unas cuantas unidades.
  • 4 ajos troceados en láminas
  • ½ guindilla (o una, dependiendo de cuánto os guste el picante o la cantidad de gambas)
  • ½ vaso o menos de vino blanco. El mejor, Albariño, denominación Rías Baixas ;-) (publicidad!).
  • Perejil picado.
  • Opcional: un poco de pimentón dulce.

Elaboración

Pelamos los cuerpos de las gambas y, si tenemos tiempo y paciencia, les realizamos un corte longitudinal para extraer el conducto secretor. Es esa tira longitudinal oscura que se ve en el interior de los langostinos o gambas. Para los muy sibaritas, esto les puede dar “algo” de mal sabor.
Se cortan los ajos en láminas y se doran en un poco de aceite junto con la guindilla. Cuando estén algo durados, cuidando que no lleguen a quemarse, incorporamos los cuerpos de las gambas pelados y alguna cabeza. El resto de las cabezas los apretaremos con la mano para extraerles el jugo e incorporar al final.
Las gambas o langostinos deben pasarse muy poco, ya que se hacen muy rápidamente. Una vez cocinadas se retiran y ponemos en el plato para servir. A la salsa de la sartén le añadimos el vino y dejamos reducir un poco. Opcionalmente, al final podemos añadir un poco de pimentón dulce.
Retiramos del fuego y echamos el jugo de las cabezas que habíamos reservado. Removemos y echamos sobre las gambas que están en el plato.
Espolvoreamos con un poco de perejil picado.


Harry Haller

Me gusta la cocina, sobre todo las ideas, los preparativos, la creatividad y el proceso. Ver disfrutar a los comensales. Apasionado de los dulces muy dulces y de los salados agridulces con matices de otras tierras. He intentado hacer de la necesidad un placer y así poder disfrutar de esos momentos que la vida nos obliga a ocupar todos los días en torno a una cocina.

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