Quiche marina

Quiche/kuchen

Su nombre, aunque el que nos ha llegado es la escritura y fonética francesa, en realidad procede del alemán: kuchen. La primera (¿es femenino?, sí) quiche que hice, hace ya unos años, fue una versión de la famosa quiche de Lorraine, que en algún libro he leído como ¡“quiche de Lorena”!. Desde ese momento este plato lo he preparado con gran diversidad de ingredientes y opciones: de espinacas y espárragos; de anchoas, tomates y aceitunas; jamón; 4 quesos; salmón ahumado (uno de los preferidos de M)... Como se trata de una tarta salada, las opciones son muchas y a gusto de los comensales.
Lo que sí no debe, o suele, faltar en una (¿sigue siendo femenino?, sí) quiche son los huevos, la nata y la sal. Pimienta, nuez moscada y queso también suelen emplearse.

Pretendo, únicamente, aportar una base o idea que pueda servir como punto de partida a aquellos que nunca la hayan probado o a aquellos que no se han atrevido con otros ingredientes. Esta vez ha sido un relleno de productos del mar; rellenos vegetales o con embutidos también están buenísimos.

Acostumbra a tomarse caliente, sin embargo, a mí me gusta templado o incluso a temperatura ambiente.
Invenciones mínimas

Carmen lo tenía claro, desde su nacimiento. Así lo llevaba escrito y así sería. Le habían puesto varios nombres, pero todos la conocerían como Carmen, Carmen Rodríguez de Prada.

Carmen iría, casi con toda seguridad, a un colegio interno, tal vez de carácter religioso. Estudiaría letras, porque “las mujeres no están preparadas para pensar en otras cosas”, decían sus padres. De hecho aspiraban, he dicho “aspiraban” porque la aspiración era compartida, a que llegase a acabar Derecho.

Se licenciaría. Sólo en ese momento tendría un novio formal: Jose (no José) o Borja, el hijo de algún amigo de la familia que conocía desde la infancia. Cuando él hubiese acabado medicina, como su padre, le haría una petición formal de matrimonio. Él le regalaría una pulsera o una alianza, ella un reloj.

La boda se celebraría, como es costumbre, en su ciudad, cursos prematrimoniales y frac incluidos. Asistirían todos los amigos de sus familias y alguno que otro de la época estudiantil. Esa noche sería la primera noche, porque así lo habían hecho sus padres y los padres de sus padres.
Tendrían entre cuatro o seis hijos. Al final optarían por cuatro, “no están los tiempos como para permitirse esos lujos”. Uno detrás de otro, no querían que se llevasen más de dos años entre cada uno. Sus hijos también lo tendrían claro, para empezar ya los vestían con esos pantalones y faldas a cuadros con unas medias hasta la rodilla. A veces, un abrigo azul celeste y unos zapatos de charol.

He aquí dónde surgía la primera duda ¿existencial? Carmen y Jose siempre lo tendrían claro, pero esta vez no sería así. No sabrían si ejercer de “familia conservadora” o de “progresismo burgués”, todo tenía sus pros y sus contras. Si optaban por familia conservadora sus hijos irían a un colegio religioso y seguirían la tradición familiar. Si, por el contrario, optaban por ¿un cambio radical?, sus hijos irían a un colegio de pago con uniforme de otro color y sin cuadros. Gran dilema. Optaron por seguir la tradición familiar.
Pasearían todos los domingos, vuelta y vuelta, por la calle Real. Los niños delante y el pequeño en un carrito empujado por el padre.

Jose trabajaría mucho, demasiado. Tanto que pasaría las noches en la oficina (eso le decía a Carmen). En esas ausencias, ella también trabajaría en casa. Pero todo estaba permitido. Ya lo decían sus padres: “no hay que serlo, hay que parecerlo”. Cada vez él trabajaba más y ella también, sobre todo cuando los niños estaban en el colegio.

Así pasarían el resto de sus vidas, paseando y paseando por la calle Real. Sin plantearse nada, porque desde pequeños los tenían claro. Así se lo habían dicho sus padres y así tenía que ser, pensaban.
Pasarían los años y, llegado el momento, ya no estaría aquí. Una esquela a toda página rezaría: “… de tu hijos, nietos y demás parientes”. Acudiría mucha gente. Todos. Al día siguiente nadie se acordaría de su nombre, porque desde pequeña… lo tenía claro.
Masa quebrada

De la masa quebrada ya he hablado bastante cuando elaboré la tarta de ciruelas. En este caso he optado por hacer su versión salada, como no, con un huevo, aunque en realidad para nuestro molde de 20 cm. haya empleado la mitad ;-):

Ingredientes
  • 250 gr. de harina [125 gr.]
  • 125 gr. de mantequilla [68 gr.]. Si añadimos algo más quedará más quebrada.
  • Un poco de sal, media cucharilla o algo más [una pizca ;-)]
  • 1 huevo o yema [28 gr.]
  • 3 cucharadas de agua (opcional) [1 cucharada]

(1) En un bol echamos la harina con sal y formamos un volcán. Cortamos la mantequilla en trozos pequeños, la añadimos a la masa y, ayudándonos de las manos, la desmenuzamos hasta que casi tenga la consistencia y el aspecto de pan rallado.

(2) Añadimos el huevo semibatido y, sin trabajar demasiado la masa, formamos una bola. También podríamos añadir un poco de agua para que la masa ligue con más facilidad. En realidad el agua no es necesaria, yo no lo he hecho ni suelo hacerlo, sólo cuando no le pongo huevo.

(3) Envolvemos la masa en un plástico transparente y dejamos reposar en el frigorífico durante media hora o más, unas 2 horas puede ser óptimo.

(4) Pasado el tiempo, precalentamos el horno a 200º C. Retiramos la masa de frigorífico y, con ayuda de dos trozos de bolsas de congelación o una superficie enharinada, la estiramos hasta que tenga unos milímetros (3 ó 4) de espesor. Forramos el molde untado con mantequilla y ligeramente enharinado, eliminando el exceso de masa pasando el rodillo por el borde superior.

Aclaración: la masa quebrada se cuece a horno muy caliente, durante unos 30 ó 35 min. Como la vamos a rellenar, la coceremos sólo quince minutos para rellenarla con posterioridad y acabe de hacerse con el relleno.

(5) Pinchamos la superficie de la masa con un tenedor, para que no suba, cubrimos con papel de hornear o papel de aluminio y rellenamos con unos garbanzos u otro tipo de elemento que ejerza presión sobre la masa. Horneamos a 200º C durante unos 15 minutos. Retiramos y dejamos enfriar.

Relleno
Por una vez, las cantidades que he empleado no son las indicadas entre corchetes. La versión entre corchetes es para un molde de unos 24 cm (2 huevos si se usan muchos ingredientes de relleno y 4 huevos con pocos). Cada cual debe ajustarse al tamaño del molde. Como lleva mucho relleno (2 pescados incluidos), la versión que he utilizado para un molde de 20 cm. ha sido la de 1 huevo.
  • 75 ml de nata líquida [150 ml.] [300 ml.] (*)
  • 1 huevo [2 huevos] [4 huevos] (*)
  • Sal, pimienta y nuez moscada, cantidades a gusto (*)
  • Una cucharada sopera de queso gruyere ó parmesano. A gusto.
  • 2 ó 3 lirios o bacaladillas. Ésta es una idea, podría emplearse otro pescado.
  • 4 ó 5 palitos de cangrejo (surimi)
  • Gambas
  • Perejil y/o cebollino picado, un poco.
  • Estragón, una pizca
  • Otras ideas u opciones: añadir huevo duro (he usado uno) o un poco de queso fresco para dar cuerpo y textura.

Nota: los ingredientes con asterisco (*) creo que no debe faltar en casi ninguna quiche. El resto a gusto.

(1) Si vamos a emplear un pescado, lo ponemos en sal y freímos previamente. Como he dejado la quiche al horno durante bastante tiempo y cortado fino el pescado, no los he freído, pero es una buena opción para garantizar que el pescado esté bien hecho.

(2) Batimos los huevos, los mezclamos con la nata y los aderezamos con un poco de sal, pimienta y nuez moscada. Añadimos todos los ingredientes menos el pescado: palitos de cangrejo, gambas, huevo cocido y troceado, perejil,…

(3) Ponemos el pescado sobre la superficie de la masa quebrada y, con cuidado, vertimos el relleno hasta alcanzar borde del molde. Introducimos en el horno precalentado a unos 200º C y dejamos cocinar durante unos 30 minutos o más, hasta que esté dorado y hecho por dentro.
Retiramos del horno, dejamos templar y… ¡a comer! Se puede tomar caliente, fría o a temperatura ambiente. Como he dicho, a mí me gusta tanto o más que caliente, los sabores se realzan tras ese reposo.

El plato de lujo que se puede preparar con antelación.

Harry Haller

Me gusta la cocina, sobre todo las ideas, los preparativos, la creatividad y el proceso. Ver disfrutar a los comensales. Apasionado de los dulces muy dulces y de los salados agridulces con matices de otras tierras. He intentado hacer de la necesidad un placer y así poder disfrutar de esos momentos que la vida nos obliga a ocupar todos los días en torno a una cocina.

5 comentarios:

  1. pues..sisevede lujo..ysi sepuede hacer con antelacion..ideal para cuando tienes invitados..
    aunque no se si me gusto mas la receta o lo que escribiste..un beso!!

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  2. Vaya literatura de la buena tienes !!!
    Y qué se puede decir de tus recetas y las ilustraciones, me han impresionado por la calidad de ellas.
    Adelante y muchas gracias por enseñárnoslo.

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  3. bueno, pues es la segunda receta que ensayo (la primera fue el brownie)y nuevamente ... me hiciste quedar maravillosamente, me hago adicta a este blog, lo cual no ayuda para nada a mi proposito de perder unos kilillos, pero que bien lo paso buscando recetas, haciendolas y luego disfrutando del placer de los demas mientras las prueban,nada lo mismo de antes: gracias

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  4. Fantastico blog. No se cual es mejor, si el escritor, el fotografo o el cocinero.
    Quería hacer dos preguntas al cocinero: ¿la nata que % de MG? para la quiche lorraine, el bacon ¿lo paso un poquito en la sarten, lo meto al horno antes, lo pongo tal cual?
    Gracias.

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