Como Peter Sellers por su casa
Nine… No seré yo quien descubra la deliciosa combinación de menta y chocolate, que recibe una de sus más populares representaciones en los conocidos chocolates/bombones de origen británico y extendidos por la marca Nestlé: After Eight. Debo admitir que, pese a haber visitado más de una vez “las islas” y tomarme un “fish & chips”, nunca los he probado. Ni pensé en ellos cuando me propuse hacer esta tarta. Fue M la que me recordó esos conocidos (para algunos) chocolates cuando la sorprendí con los plácidos aromas de este postre. En cualquier caso, hay una gran diferencia con ellos: no he usado esas tabletas de crema de menta recubiertas en chocolate, se trata de un chocolate aromatizado con menta. ¡Ojo!
Cuando hay un postre que me resulta especialmente atractivo o cuyo resultado me satisface generosamente, me gusta ponerle nombre propio. Del mismo modo que hacen los verdaderos y buenos reposteros, es esa pequeña dosis de autosatisfacción la que me lleva a hacerlo. Para mí, éste es un “Nine”, que también podría consumirse después de una ligera comida.
Estoy seguro que, si la vida no se tuerce, repetiré esta tarta. Sin dudarlo, es de los postres de los que más orgulloso he quedado últimamente. Sencillo, formado sólo por dos capas y un glaseado; con chocolate, uno de mis ingredientes fetiche; sorprendente (pero no exagerado), una combinación que sólo puede vislumbrarse y apreciarse con la primera prueba; diferente… Era el cumpleaños de M y quería sorprenderla… ese día lo conseguí, sólo en parte: con la tarta, para todo lo demás… Mastercard.
Hacía tiempo que venía rondándome la idea de esa mezcla, bastante antes de conocer la existencia chocolates aromatizados con menta. Hasta había pensado usar hojas de menta para aromatizar el chocolate, pero fue entonces cuando descubrí varios chocolates con sabor a menta y no rellenos de ella. No quería usar chocolates rellenos de menta, quería el aroma integrado sutilmente en el chocolate sin enmascarar su sabor. Y los encontré en dos marcas comerciales, aunque probablemente haya más (no es publicidad):
(1) La gama “seleQtia” de una conocida cadena de supermercados con nombre de trainera vasca, aunque sólo lo encontré en los grandes superficies de dicha cadena y no en pequeños supermercados.
(2) La segunda marca suiza de chocolates y una de las más prestigiosas marcas de chocolates de lujo (por lo menos para mí), cuyo nombre siempre confundo con una cadena de supermercados alemanes en los que sólo venden “cuches”, o eso parece.
Por supuesto, la mejor elección es la segunda, pero la calidad de la primera (que he usado precisamente esta vez) no desmerece el resultado. En ambos el porcentaje de cacao es del 47%, por lo que fundir el chocolate requiere un poco más de control sobre la temperatura, sólo un poco.
Para acabar, como me resulta muy complicado no extenderme en evasiones personales, recomiendo que aquellos a los que molesta o no les interesa el corazón del blog y sólo quieren recetas, se salten todos los apartados si no quieren verse sometidos a una tortura o caer bajo el yugo de lo me temo será un ladrillo más del verano. Esos de pastas gruesas que la gente deshonra y desprestigia (no es de extrañar) apoyándolos sobre las toallas extendidas en arenas calientes entre pieles sudorosas y pringadas por la crema solar o fiambreras apoyadas en grandes barriles de cerveza casi vacíos. Esta misma entrada. Lo siento.
(…) Todos nos avergonzamos de algo que hemos hecho en nuestra vida, por insignificante o grave que pueda resultarnos ahora.
Recuerdo aquel verano, el único, de desinhibición a través de la bebida. No duró demasiado, era un adolescente tímido, inminente universitario, que sólo conseguía relacionarse con aquello que se le llamaba “el punto”, frontera que se superaba con la siguiente y última copa. El problema era adivinar cuál era esa copa.
A mí, falto de práctica, me llegaban un par de ellas para perder la timidez… y la dignidad. Aun así, tenía la sobriedad suficiente para no superar ciertos límites de cordura. Ese verano empezó cuando concluyeron las clases en junio y acabó tres o cuatro fines de semana después. La combinación era sencilla: batido de chocolate, menta y un licor. Le llamaban “pistola”. Era el inicio de esos sábados de verano en compañía de un par de amigos. Durante mucho tiempo sólo pensar en esa mezcla me producía arcadas. Voluntariamente, y por no recordar esa desconcertante mezcla, no he querido añadir ningún licor a este postre.
Es difícil ser un chico tímido e introvertido en un pueblo. Tal vez por eso lo era más, en las ciudades es más fácil pasar desapercibido y no sentirse “diferente”. En las relativamente pequeñas localidades el tiempo fluye mucho más despacio y tranquilo, las distancias se acortan y el coche sólo se usa casi exclusivamente para visitar al médico. Por el contrario, el índice es el dedo más usado para señalar y clasificar a las personas.
No tardé demasiado en darme cuenta que el fin no justificaba los medios y que las consecuencias eran una penitencia demasiado dura, era mejor padecer “la enfermedad” que sufrir la efímera “cura”. Lo más curioso era que odiaba hacer eso, hacerlo era un esfuerzo por relacionarme, superar mis miedos e intentar seguir al rebaño. No pienses, actúa. Después me encerré en mi habitación haciendo lo que realmente me gustaba: sobre un tablero de ajedrez hacía dibujos, escribía o veía películas clásicas descansando sobre la alfombra de mi habitación. La consigna que le di a mi madre era clara: “diles que no estoy”. Era buena gente, pero yo no estaba habituado al mundo de lo cotidiano y a los hábitos sin sentido.
Con el paso del tiempo, durante los años de Facultad, era mi madre la que me rogaba para que saliese a dar una vuelta. Era extraño que un chico de mi edad no saliese nunca y se apartase de lo que hacían aquellos que habían sido mis compañeros. Hasta alguna vez ejerció (tímidamente) de Celestina, elucubrando extrañas ideas de índole sexual que nada tenían que ver conmigo. La idea era sencilla, hacía lo que realmente me gustaba: practicar deporte, ver películas, ir al cine, dibujar o aporrear instrumentos en mi habitación. Lo de salir a “relacionarme” era algo que no entendía. Y así me fue. Perdí contactos y amigos, restringí mi mundo al de mi familia y a aquellos con los que corría (o practicaba deportes). Recuperé parcial y temporalmente verdaderas amistades de mi infancia, antes de que los destinos nos volviesen a separar, y disfruté de la compañía de mis hermanos.
Si ahora miro hacia atrás pensando en las verdaderas amistades de mi niñez, estoy seguro que, pese a los extraños distanciamientos por pertenecer a mundos paralelos, no confluyentes, durante la época adolescente y adulta, ellos, en los días de melancolía y añoranza, se acuerdan igual que yo de las correrías de un grupo de niños con las piernas marcadas por las caídas y las zarzas.
Por cierto, nunca bebo alcohol. Nunca.
Era un ser bueno por naturaleza, lo era porque no odiaba, tenía fe en todas las personas. Comprendía, aunque no compartiese pareceres ni comportamientos. Pero llegó el diablo y no pudo más que odiarlo, más que odiarlo, lo despreciaba. Es incapaz de odiar, odiar es un sentimiento que requiere mucha ocupación, rencor y amargura.
Lo despreciaba por las artimañas y las mentiras, las lágrimas de cocodrilo y la hipocresía. Despreciaba su teatro de corral y el odio de sus entrañas, el egoísmo y las artes de enredo y seducción, más sobre inocentes y bondadosos.
Fue bueno porque el mundo que lo rodeaba también lo era. Cuando llegó al corazón de las tinieblas ni Joseph Conrad lo hubiese prevenido. Era bueno, pero ahora desprecia y se siente muy triste por ello, porque sabe que el mal no se vence con desprecio… pero no puede evitarlo. Un simple reflejo de acción-reacción.
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Tan perdido como Peter Sellers en “El guateque”, fuera de lugar y arrepentido de haber roto mis principios. Llegó un día una sencilla proposición para hacer una mención y reseña del blog en la revista gratuita que distribuye el grupo gallego del cable, R, compartiendo reportaje con 3 gastroblogs más. Mi primera impresión al leer el correo fue de dar una respuesta negativa, no soy partidario de la publicidad y me resultaría muy complicado explicar las verdaderas razones de este blog. También tenía miedo a que éste desapareciese del “anonimato” y empezase a formar parte de otro grupo de blogs con relativa popularidad y otros fines más lucrativos. Por otro lado, no me veía respondiendo a ninguna entrevista, ni telefónicamente, por pequeña que esta fuese. Pero cambié de opinión, sobre todo cuando sólo se trataba de responder por a un pequeño cuestionario del que extraerían las ideas para escribir algo sobre el blog.
Es cierto que es un pequeño hecho sin importancia y que igual que llegó se ha ido, sin cambios aparentes. Pero siento la necesidad de expresar la contradicción a la que me vi sometido cuando leí el artículo. No experimenté ningún tipo de satisfacción personal ni placer extraño, no era la primera vez que aparecía mencionado o había escrito en la prensa escrita, aunque antes hubiese sido en campos bastante distintos a la cocina. Lo que más que turbó fue la sensación de verme fuera de sitio, en las antípodas de cualquier verdadero blog de cocina. Como Peter Sellers en “El guateque”. Esto no es un blog de cocina, ya empiezo a tenerlo claro.
De nada serviría comentar por qué dejé de poner enlaces a recetas blog después de sus primeros meses de vida y que, cuando las palabras empezaron a escaparse y se impregnaron de sentimientos, no quería más que deshacer conexiones a esta página. Así, no es de extrañar que las páginas más visitadas (a través de Google) sigan siendo las primeras recetas y no las siguientes, más elaboradas, personales y, quizás, creativas. Está claro que Google tiene que trabajar todavía más en la perfección de su algoritmo de “posicionamiento”, el conocido PageRank.
En cuanto al número de visitas, he intentado que no creciesen exageradamente, me darían unas “obligaciones” a las que no estoy dispuesto y dejaría de tener la cercanía y calidez que deseo. Me pregunto cuál es el futuro del blog. Me temo que tarde o temprano tendrá que tomar decisión: evolucionar y desarrollarse o morir. Tal vez lo primero también lo sea.
Salvo que fuese descubierto por azar, (creo que) nunca he dado la dirección del mismo a conocidos o amigos. Exceptuando los que lo hicieron durante las primeras semanas, muchos de los que me conocen ignoran su existencia. Si me preguntan la dirección, respondo: “es que se trata de un diario (personal)”.
A continuación, trascribo las respuestas al mencionado cuestionario que escribí con premura y nocturnidad. Intenté demostrar cierta frialdad en las respuestas pero creo que, aun así, puede asomarse algo de sentimiento y, quizás, pueda ayudar a entender la esencia de este diario. Gracias a tod@s, en especial…
Aunque vivo en Santiago desde hace años, soy natural de Boiro (A Coruña). Quizás por eso mi tendencia al publicar platos salados casi siempre sea a hacerlos con pescado o marisco, o que tenga un amor especial por la cocina tradicional. Aunque, en realidad, mis intereses tienden a probar y descubrir nuevos sabores o especias procedentes de lugares más exóticos, especialmente en repostería, mi mayor pasión.
Mi gusto por la cocina no ha sido nada repentino, es una evolución espontánea y paulatina, no de un día para otro. Me imagino que si no hubiese sido la cocina podría hacer sido cualquier otra actividad creativa, cualquier actividad que evada, estimule o te pueda sorprender día a día, independientemente de si el resultado fuese aceptable o desastroso, como muchas veces sucede.
En casa de mis padres siempre ha existido amor por la cocina, especialmente con mi abuela, de la que recuerdo sabores irrecuperables perdidos en el pasado. Empiezas ayudando un poco en la cocina, después, de adolescente, pasas a hacer los postres (mis preferidos) todos los fines de semana. Cuando te vas a estudiar o te independizas empiezas con la práctica de platos salados, lees y, sobre todo, haces llamadas telefónicas a tu madre para que te eche una mano. Después, cuando crees manejar las técnicas básicas y entender las motivaciones, empiezas a arriesgarte, buscas cosas nuevas, a disfrutar y… creas un blog. De ahí, a la evasión y placer que provoca la cocina.
Por casualidad. De hecho, mi idea inicial era crear un blog en el que combinase dos de mis aficiones: el cine y la cocina, entremezclándolas según le antojase al azar. De ahí la dirección del blog. Mi intención también era clasificar todas aquellas libretas y papeles con recetas, pruebas y anotaciones que se habían acumulado con el tiempo y se desperdigaban por la cocina y el estudio.
Después, una afición devoró a la otra. Mientras en una mi actitud sería pasiva, en la otra, la cocina, podría participar y evadirme sin miedo al fracaso, por el simple placer de disfrutar. Pienso que la felicidad está en el proceso, no en el resultado.
Cuando me di cuenta, me vi intercalando divagaciones sobre el día a día en medio de las recetas. Lo que lo convirtió, al mismo tiempo, en un espacio de evasión y trajo las primeras empatías, disparidad de opiniones y discrepancias. Es muy sencillo (y lógico) descontextualizar un comentario o atacar desde el desconocimiento.
Creo que eso es una de las características que hacen más interesante a un blog: la naturalidad y cercanía. Hablar de lo cotidiano, de tus fracasos y alegrías humaniza a los blogs, que no es más que un diario. Eso crea empatía (o antipatía, indiferencia) y ambientes en los que es más fácil sincerarte y olvidarte que lo escrito puede ser leído por cualquier persona. Para leer y descubrir recetas ya hay estupendos libros, un blog permite interactuar, comprobar los resultados, participar u opinar sobre cualquier receta.
¿Éxito? Éxito es una palabra con demasiadas acepciones, demasiado grande. Ni lo he encontrado (en el sentido más material de la palabra), ni lo buscaba ni lo busco. Quizás la palabra más adecuada sea “satisfacción”. Satisfacción que encontré desde el primer día que leí un mensaje de una desconocida dándome las gracias por algo que hacías por mero placer. Lo primero que hice fue comentárselo a mi mujer: “me han dado las gracias…desde Valencia y desde Cataluña”, parecía milagroso y reconfortante.
Cuando empecé a introducir experiencias de la vida diaria, llegaron los/as primeros/as lectores/as y amigos/as que, sin compartir experiencias, querían ayudarte o entendían en la distancia tus inquietudes que, de un modo u otro, todos sentimos pero no contamos. Es más fácil quitarse la máscara de lo cotidiano delante de un teclado o un pedazo de papel. Tema aparte es si piensas quién podría leerlo.
Lo que para mí nunca es sinónimo de “éxito”, como muchos piensan, es la popularidad, el número de visitas u otros fines más materiales. Mi objetivo nunca será tener cien mil amigos en una red social, los verdaderos amigos no son cuantificables. Yo nunca daría mi teléfono a un “amigo” que sólo conozco de una red social. En el blog se crea una cercanía que no se consigue de otro modo.
En torno a unas 475. Si bien el último año la frecuencia de publicación ha decrecido considerablemente por motivos personales, espero en breve poder volver a publicar con mayor asiduidad. Entre las ocupaciones o que el nivel de auto exigencia de calidad es mucho mayor que al principio, no he podido hacerlo con la periodicidad que me gustaría. Lo que más me apena es no participar de igual modo en las conversaciones que se crean después de una publicación.
Aunque sólo hice un seguimiento de las visitas durante el primer año, como me esperaba la pregunta, he consultado y he podido ver que rondan entre 5.000 y 10.000 páginas visitadas diariamente, dependiendo de si he publicado alguna receta nueva o no, en torno al millón ochocientas mil páginas visitadas al año, pues el número de visitas decrece considerablemente en verano o en vacaciones. He podido comprobar que últimamente (el último año y medio), debido a que por motivos personales publico recetas con menor frecuencia, el número de visitas diarias se ha estabilizado o estancado.
Desde luego, no es algo que me interese, quizás al principio, más que nada para conocer qué recetas resultaban más interesantes o si mis mensajes eran un brindis al sol. No me interesa que el número de visitas crezca excesivamente, como he dicho, no tengo mayor finalidad que la de crear un ambiente de cordialidad y evasión. El número de visitas debe ser lo suficientemente grande como para poder entablar conversaciones, debates y sentirte acompañado pero, al mismo tiempo, lo suficientemente pequeño como para poder participar y responder a aquellas cuestiones que surgen durante las conversaciones. Si así no hubiese sido dejaría de ser un blog, la participación e interacción del autor con el lector es uno de los elementos diferenciadores, estimulantes y más agradecidos.
Nada fuera de lo normal, si bien guardo un agradable recuerdo de un par de mensajes de lectoras norteamericanas que habían visitado el camino Santiago y me solicitaban una receta de la famosa tarta u otros mensajes de personas que simplemente querían hablar.
Otra de las anécdotas que resultan más desconcertantes es pensar que el lector estará a miles de kilómetros de distancia o, simplemente, no pensar en que llegue a ser leído. Me he ruborizado varias veces al descubrir que alguna de las personas que leen el blog son las mismas personas con las que conversas casi a diario en el parque o te encuentras en la cola del supermercado y que ellos, después de un tiempo, también han tardado en percatarse de que quién escribe eres tú. En ese momento vuelves a ponerte una coraza y actúas como si existiese un monitor por medio. Eso me ha sucedido un par de veces, la última hace poco tiempo.
Aunque suene a perogrullada, los bloggers gastronómicos somos personas que, además de compartir un gusto por la cocina, nos manejamos con relativa comodidad en las nuevas tecnologías. Por ello, sólo somos un pequeñísimo grupo de los miles de personas a las que les gustaría difundir conocimientos y experiencias sobre asuntos gastronómicos. De hecho, algunos de los principales blogs de cocina de ámbito nacional se han hecho populares con recetas tan sencillas como la de una tortilla de patatas o unos huevos fritos. Lo ideal sería que en los blogs existiese un equilibrio entre el continente y el contenido. Existen muchísimos y populares blogs de cocina, sobre todo internacionales, mantenidos por diseñadores gráficos o expertos fotógrafos que resultan muy atractivos por la estética y el entorno pero, después de leer un poco, la aportación de la receta es escasa o son un mero instrumento para el lucimiento estético con fines lucrativos.
En Galicia hay miles de personas con más experiencia e ideas pero que necesitan ayuda para plasmarlas. La formación en nuevas tecnologías sería la mejor solución, pero pocas veces es posible. Es entonces cuando creo que sería perfecto que muchas de estas personas empleen interlocutores con estos conocimientos para difundirlos en Internet y que no se pierdan recetas o ideas que de otro modo se perderían. He oído hablar de algún conocido blog promovido y mantenido por hijas e hijos de los interesados, o expertos y profesionales ya jubilados que le han perdido el “miedo” a Internet.
Desde este punto de vista, una de las mayores penas que tengo es ver cómo muchos de los grandes platos que preparaba mi abuela se han perdido por no poder transmitirlos. Como dice mi madre: “pensaba que la iba a tener siempre conmigo” (nota: en realidad decía: “pensé que me duraría toda la vida”). Cuando tenga tiempo, una de las labores que me propongo es transcribir al detalle las recetas que todavía conserva mi madre, empezando por esas empanadas o su mano con los escabeches.
El primero, la interacción con el autor de la receta y la constatación de que el resultado es veraz y contrastado, algo que no se puede garantizar con cualquier otro tipo de publicación gastronómica. Lo que se ve es lo que se ha obtenido siguiendo la receta, después está la habilidad del cocinero para plasmarla.
Otro aspecto importante, quizás el más importante desde un punto de vista de aprendizaje, es la divulgación. Uno de los mayores logros de la nueva cocina y de los grandes cocineros es haber superado la barrera del secretismo (casi oscurantismo) y divulgar sus recetas sin engaños ni omisiones, como sucede en cualquier ámbito científico, eso hace que todos aprendamos de ello y la cocina evolucione. Por suerte, atrás han quedado esos cocineros que guardaban sus secretos bajo llave y que en muchos casos han quedado en el olvido. Como dice un proverbio: “Lo que no se da, se pierde”. En el ámbito de los blogs, la comunicación con otros aficionados, el intercambio de recetas y resultados es lo que hace que en cierto modo el blog sea nuestra pequeña escuela de cocina de la que aprendemos día a día.
Para mí, desde un punto de vista totalmente personal y emocional, lo más positivo ha sido entablar amistades y afectividad con muchos/as lectores. Al final, por afinidad y de modo espontáneo, se ha creado un grupo de asiduos participantes en los que las recetas no son más que una excusa para charlar sobre las alegrías y sinsabores de la vida.
Si tuviese la respuesta correcta estaría en otros menesteres. Me gusta creer que se hace, que no hay nada que nos hace diferentes unos a otros, que son nuestras experiencias las que nos motivan y que el esfuerzo nos hace mejores. Todos tenemos una semilla, de tipo que sea, que es necesario alimentar a lo largo de la vida.
Existe la llamada “teoría de las 10000 horas”, que dice que para ser bueno en una disciplina, por muy buena que sea tu predisposición genética, es necesario dedicar esfuerzo y unas 10000 horas de práctica, algo que viene siendo equivalente a unos 10 años de dedicación. Todos dicen que Rafa Nadal, por ejemplo, es un genio del tenis pero también sabemos que su dedicación desde la infancia es constante, rigurosa y con una grandísima dosis de esfuerzo. Esta misma teoría, y no factores genéticos, son uno de los factores por los que se cree que los atletas africanos son muy buenos corredores, por ejemplo.
Por lo que veo, todavía me quedan bastantes años para conseguir ser relativamente bueno en la cocina.
En primer lugar, yo no creo que sea un buen cocinero, sí un amante de la cocina, algo que a veces está unido a lo primero, pero otras no. Creo que para ser un buen cocinero, lo primero es ser amante de la cocina y disfrutar con ello, a partir de ahí, la experiencia, el trabajo y las inquietudes harán el resto. Para ser bueno en cualquier faceta de la vida, la condición necesaria es que te apasione, sin eso no habrá voluntad ni esfuerzo.
¿Un único menú? Imposible. Creo que cada cual debe ajustarlo a sus gustos y apetencias. Como tampoco se me ocurriría recomendar una película o un libro, salvo que conozca bien los gustos del interlocutor.
Creo que lo principal es la materia prima, como un buen guion. De un buen guion se puede hacer una buena película, pero nunca al revés.
Creo que pese a mis intereses por descubrir nuevos gustos y texturas, al final todos volvemos a los sabores con los que hemos crecido, a nuestro Ratatouille particular. En mi caso podrían ser: una buena empanada de maíz con berberechos, como la que hace mi madre, unas sardinas asadas en la brasa, un “polbo á feira”, un arroz con bogavante o una churrascada. Como postre, aunque también me decantaría por unas filloas dulces con nata y chocolate o un requesón con miel y nueces, recomendaría una mousse de chocolate con alguna especia para realzar sabor: jengibre, cardamomo, pimienta de Jamaica o canela, por ejemplo.
¿Qué tal una tortilla de patatas? A todos nos gusta y nunca cansa. Para el resto de los platos y el postre volvería a la propuesta anterior. Lo sencillo y auténtico, si la materia prima es de calidad, siempre es lo más apetecible.
Brownie tierno a la menta
Precalentamos el horno a 200º C. Troceamos el chocolate y lo depositamos en una olla de fondo grueso, poniéndolo al mínimo (al 1) para que se funda a la temperatura adecuada, lentamente. También podemos hacerlo al baño María, intentando que no le caiga ni una gota de agua. Removemos con una espátula de silicona para acabar de fundirlo. Si fuese necesario, podríamos ponerlo al 2 durante unos segundos. Ya he dicho que esto suele hacerse al baño María, pues cuando el porcentaje de cacao no supera el 40%, que no es el caso, es más difícil hacerlo en el microondas.
Sobre el chocolate, añadimos la mantequilla troceada y reblandecida, mezclando con la espátula para que se integre totalmente con el chocolate. Ojo, la temperatura no debe ser alta para que no se funda ni separe la mantequilla.
(2) Batimos los huevos con algo más de la mitad del azúcar y después añadimos el restante, batiendo hasta que esté bien mezclado/batido. Vertemos la mezcla de huevos sobre el chocolate fundido con la mantequilla, asegurándonos que la temperatura del chocolate no es demasiado grande para que el huevo no se cuaje al introducirlo en la mezcla.
Mezclamos la harina con un poco de sal y la añadimos a la mezcla. Por último, añadimos las nueces troceadas.
Vertemos en un molde cuadrado de 20x20 cm2 con la base (y las paredes) forradas de papel para horno para que sea fácil retirarlo totalmente del molde una vez horneado y frío. Horneamos a 200 ºC durante unos 9 a 11 minutos como muchísimo. El bizcocho tipo brownie parecerá crudo pero, al enfriar, la manteca de cacao y la mantequilla se endurecen obteniendo la densidad adecuada. Si lo dejamos más tiempo quedaría demasiado seco.
Retiramos del horno, dejamos enfriar e introducimos en el frigorífico hasta que se endurezca. Yo he preparado el bizcocho el día anterior.
Mousse de sabayón de chocolate
Con un cuchillo de sierra, troceamos en pequeños fragmentos el chocolate y lo reservamos en un cuenco.
(2) Preparar el sabayón. Montaremos un sabayón empleando un batidor de varillas eléctrico y, si lo tenemos, un termómetro. Como mi termómetro hace años que se me estropeó hago los pasos a ojo y nunca me ha fallado. Vertemos las yemas y el huevo (a temperatura ambiente) en un cazo no demasiado ancho para montar las yemas con mayor facilidad. Si el recipiente es demasiado ancho el montaje es más difícil pues se extiende hasta los bordes, sin volumen suficiente para batir.
Simultaneamos el montaje de las yemas con la preparación del jarabe/caramelo para verterlo en forma de hilo sobre los huevos montados. Antes de empezar a montar las yemas con el huevo preparamos un caramelo mezclando el agua con el azúcar y calentándolo a fuego fuerte durante un minuto, o más, de cocción, el tiempo necesario para obtener la una densidad similar a la de la miel.
Cuando la temperatura del jarabe haya alcanzado los 115ºC, aprox., empezaremos a batir los huevos; cuando alcance los 128ºC verteremos rápidamente y en forma de hilo mientras seguimos batiendo con el batidor a alta velocidad, así durante unos minutos. Seguimos batiendo a velocidad media otros 3-4 minutos hasta que haya enfriado y el sabayón esté muy pálido. Su volumen se habrá multiplicado por 3 o casi 4 y tendrá la textura de una mousse, sin ningún líquido residual. Reservamos.
(3) Fundir el chocolate y preparar la mousse. Fundimos el chocolate como hemos hecho anteriormente con la base, con el fuego al mínimo o al baño María. Cuando se haya fundido con el movimiento de la espátula de plástico, lo trabajamos hasta que la temperatura alcance unos 45º C y añadimos una pizca de sal (opcional) y/o pimentón picante.
Cuando haya alcanzado esa temperatura (o algo inferior) añadimos ¼ de la nata montada (o menos), intentando que el chocolate no se apelmace (forme grumo) y mezclando con total descuido. Una vez mezclado, añadimos el resto de la nata de forma envolvente y con cuidado que no se baje. Por último, incorporamos el sabayón frío desde el centro, de abajo hacia arriba y de modo envolvente. Vertemos de inmediato sobre la base del bizcocho al que le hemos recortado los bordes para que queden rectos y que hemos puesto en un molde rectangular adecuado para mousse. Como no tengo este tipo de moldes, he preparado un molde de cartón que he forrado con láminas de acetato/transparencias, sobrepasando los bordes para desmoldarlo con facilidad.
El único problema a la hora de preparar la mousse es si añadimos la nata demasiado fría y toda de golpe, enfriaría el chocolate fundido y lo solidificaría en grandes fragmentos. Otra solución para evitar ese inconveniente es añadir el sabayón, todo o parte, antes que la nata. Yo sigo prefiriendo hacerlo al final y cuidar que la nata esté a la temperatura adecuada, añadiendo antes una pequeña parte de ella sobre el chocolate.
Introducimos en el congelador (sí, congelador) unas horas hasta que tenga la suficiente consistencia para aplicar el glaseado. Si lo dejamos en el frigorífico necesitaremos más tiempo y será más difícil desmoldarlo.
Cuando se haya endurecido procederemos a preparar el glaseado.
Glaseado de chocolate brillante
No recuerdo la proporción exacta empleada para esta tarta, creo recordar que la de 30 gr. de cacao. Así conseguí la cantidad de glaseado adecuada para esta tarta, sin haber sobrado nada. Siempre puede hacerse la otra cantidad y echar sólo la necesaria.
Retiramos del fuego y esperamos a que baje la temperatura hasta unos 60º C. Vertemos la gelatina hidratada y secada con un paño y, removiendo suavemente con una espátula, mezclamos hasta que no tenga grumos.
Cubrimos la tarta cuando el glaseado haya alcanzado los 38-40º C. Si ya hemos preparado el glaseado con antelación (no lo recomiendo) hay que volver a calentarla hasta alcanzar esa temperatura, muy suavemente. Introducimos de nuevo en el frigorífico hasta que tome consistencia y gusto, unas 12-24 horas más.
Pasado el tiempo, desmoldamos y decoramos a gusto… o con lo que tengamos a mano.
Sorprenderá (de nuevo). La mezcla de chocolate con ese ligero toque de menta le queda genial, por lo menos para mis gustos… extraños, por cierto.
Nine… No seré yo quien descubra la deliciosa combinación de menta y chocolate, que recibe una de sus más populares representaciones en los conocidos chocolates/bombones de origen británico y extendidos por la marca Nestlé: After Eight. Debo admitir que, pese a haber visitado más de una vez “las islas” y tomarme un “fish & chips”, nunca los he probado. Ni pensé en ellos cuando me propuse hacer esta tarta. Fue M la que me recordó esos conocidos (para algunos) chocolates cuando la sorprendí con los plácidos aromas de este postre. En cualquier caso, hay una gran diferencia con ellos: no he usado esas tabletas de crema de menta recubiertas en chocolate, se trata de un chocolate aromatizado con menta. ¡Ojo!
Cuando hay un postre que me resulta especialmente atractivo o cuyo resultado me satisface generosamente, me gusta ponerle nombre propio. Del mismo modo que hacen los verdaderos y buenos reposteros, es esa pequeña dosis de autosatisfacción la que me lleva a hacerlo. Para mí, éste es un “Nine”, que también podría consumirse después de una ligera comida.
Estoy seguro que, si la vida no se tuerce, repetiré esta tarta. Sin dudarlo, es de los postres de los que más orgulloso he quedado últimamente. Sencillo, formado sólo por dos capas y un glaseado; con chocolate, uno de mis ingredientes fetiche; sorprendente (pero no exagerado), una combinación que sólo puede vislumbrarse y apreciarse con la primera prueba; diferente… Era el cumpleaños de M y quería sorprenderla… ese día lo conseguí, sólo en parte: con la tarta, para todo lo demás… Mastercard.
Hacía tiempo que venía rondándome la idea de esa mezcla, bastante antes de conocer la existencia chocolates aromatizados con menta. Hasta había pensado usar hojas de menta para aromatizar el chocolate, pero fue entonces cuando descubrí varios chocolates con sabor a menta y no rellenos de ella. No quería usar chocolates rellenos de menta, quería el aroma integrado sutilmente en el chocolate sin enmascarar su sabor. Y los encontré en dos marcas comerciales, aunque probablemente haya más (no es publicidad):
(1) La gama “seleQtia” de una conocida cadena de supermercados con nombre de trainera vasca, aunque sólo lo encontré en los grandes superficies de dicha cadena y no en pequeños supermercados.
(2) La segunda marca suiza de chocolates y una de las más prestigiosas marcas de chocolates de lujo (por lo menos para mí), cuyo nombre siempre confundo con una cadena de supermercados alemanes en los que sólo venden “cuches”, o eso parece.
Por supuesto, la mejor elección es la segunda, pero la calidad de la primera (que he usado precisamente esta vez) no desmerece el resultado. En ambos el porcentaje de cacao es del 47%, por lo que fundir el chocolate requiere un poco más de control sobre la temperatura, sólo un poco.
Para acabar, como me resulta muy complicado no extenderme en evasiones personales, recomiendo que aquellos a los que molesta o no les interesa el corazón del blog y sólo quieren recetas, se salten todos los apartados si no quieren verse sometidos a una tortura o caer bajo el yugo de lo me temo será un ladrillo más del verano. Esos de pastas gruesas que la gente deshonra y desprestigia (no es de extrañar) apoyándolos sobre las toallas extendidas en arenas calientes entre pieles sudorosas y pringadas por la crema solar o fiambreras apoyadas en grandes barriles de cerveza casi vacíos. Esta misma entrada. Lo siento.
(…) Todos nos avergonzamos de algo que hemos hecho en nuestra vida, por insignificante o grave que pueda resultarnos ahora.
Recuerdo aquel verano, el único, de desinhibición a través de la bebida. No duró demasiado, era un adolescente tímido, inminente universitario, que sólo conseguía relacionarse con aquello que se le llamaba “el punto”, frontera que se superaba con la siguiente y última copa. El problema era adivinar cuál era esa copa.
A mí, falto de práctica, me llegaban un par de ellas para perder la timidez… y la dignidad. Aun así, tenía la sobriedad suficiente para no superar ciertos límites de cordura. Ese verano empezó cuando concluyeron las clases en junio y acabó tres o cuatro fines de semana después. La combinación era sencilla: batido de chocolate, menta y un licor. Le llamaban “pistola”. Era el inicio de esos sábados de verano en compañía de un par de amigos. Durante mucho tiempo sólo pensar en esa mezcla me producía arcadas. Voluntariamente, y por no recordar esa desconcertante mezcla, no he querido añadir ningún licor a este postre.
Es difícil ser un chico tímido e introvertido en un pueblo. Tal vez por eso lo era más, en las ciudades es más fácil pasar desapercibido y no sentirse “diferente”. En las relativamente pequeñas localidades el tiempo fluye mucho más despacio y tranquilo, las distancias se acortan y el coche sólo se usa casi exclusivamente para visitar al médico. Por el contrario, el índice es el dedo más usado para señalar y clasificar a las personas.
No tardé demasiado en darme cuenta que el fin no justificaba los medios y que las consecuencias eran una penitencia demasiado dura, era mejor padecer “la enfermedad” que sufrir la efímera “cura”. Lo más curioso era que odiaba hacer eso, hacerlo era un esfuerzo por relacionarme, superar mis miedos e intentar seguir al rebaño. No pienses, actúa. Después me encerré en mi habitación haciendo lo que realmente me gustaba: sobre un tablero de ajedrez hacía dibujos, escribía o veía películas clásicas descansando sobre la alfombra de mi habitación. La consigna que le di a mi madre era clara: “diles que no estoy”. Era buena gente, pero yo no estaba habituado al mundo de lo cotidiano y a los hábitos sin sentido.
Con el paso del tiempo, durante los años de Facultad, era mi madre la que me rogaba para que saliese a dar una vuelta. Era extraño que un chico de mi edad no saliese nunca y se apartase de lo que hacían aquellos que habían sido mis compañeros. Hasta alguna vez ejerció (tímidamente) de Celestina, elucubrando extrañas ideas de índole sexual que nada tenían que ver conmigo. La idea era sencilla, hacía lo que realmente me gustaba: practicar deporte, ver películas, ir al cine, dibujar o aporrear instrumentos en mi habitación. Lo de salir a “relacionarme” era algo que no entendía. Y así me fue. Perdí contactos y amigos, restringí mi mundo al de mi familia y a aquellos con los que corría (o practicaba deportes). Recuperé parcial y temporalmente verdaderas amistades de mi infancia, antes de que los destinos nos volviesen a separar, y disfruté de la compañía de mis hermanos.
Si ahora miro hacia atrás pensando en las verdaderas amistades de mi niñez, estoy seguro que, pese a los extraños distanciamientos por pertenecer a mundos paralelos, no confluyentes, durante la época adolescente y adulta, ellos, en los días de melancolía y añoranza, se acuerdan igual que yo de las correrías de un grupo de niños con las piernas marcadas por las caídas y las zarzas.
Por cierto, nunca bebo alcohol. Nunca.
Era un ser bueno por naturaleza, lo era porque no odiaba, tenía fe en todas las personas. Comprendía, aunque no compartiese pareceres ni comportamientos. Pero llegó el diablo y no pudo más que odiarlo, más que odiarlo, lo despreciaba. Es incapaz de odiar, odiar es un sentimiento que requiere mucha ocupación, rencor y amargura.
Lo despreciaba por las artimañas y las mentiras, las lágrimas de cocodrilo y la hipocresía. Despreciaba su teatro de corral y el odio de sus entrañas, el egoísmo y las artes de enredo y seducción, más sobre inocentes y bondadosos.
Fue bueno porque el mundo que lo rodeaba también lo era. Cuando llegó al corazón de las tinieblas ni Joseph Conrad lo hubiese prevenido. Era bueno, pero ahora desprecia y se siente muy triste por ello, porque sabe que el mal no se vence con desprecio… pero no puede evitarlo. Un simple reflejo de acción-reacción.
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Tan perdido como Peter Sellers en “El guateque”, fuera de lugar y arrepentido de haber roto mis principios. Llegó un día una sencilla proposición para hacer una mención y reseña del blog en la revista gratuita que distribuye el grupo gallego del cable, R, compartiendo reportaje con 3 gastroblogs más. Mi primera impresión al leer el correo fue de dar una respuesta negativa, no soy partidario de la publicidad y me resultaría muy complicado explicar las verdaderas razones de este blog. También tenía miedo a que éste desapareciese del “anonimato” y empezase a formar parte de otro grupo de blogs con relativa popularidad y otros fines más lucrativos. Por otro lado, no me veía respondiendo a ninguna entrevista, ni telefónicamente, por pequeña que esta fuese. Pero cambié de opinión, sobre todo cuando sólo se trataba de responder por a un pequeño cuestionario del que extraerían las ideas para escribir algo sobre el blog.
Es cierto que es un pequeño hecho sin importancia y que igual que llegó se ha ido, sin cambios aparentes. Pero siento la necesidad de expresar la contradicción a la que me vi sometido cuando leí el artículo. No experimenté ningún tipo de satisfacción personal ni placer extraño, no era la primera vez que aparecía mencionado o había escrito en la prensa escrita, aunque antes hubiese sido en campos bastante distintos a la cocina. Lo que más que turbó fue la sensación de verme fuera de sitio, en las antípodas de cualquier verdadero blog de cocina. Como Peter Sellers en “El guateque”. Esto no es un blog de cocina, ya empiezo a tenerlo claro.
De nada serviría comentar por qué dejé de poner enlaces a recetas blog después de sus primeros meses de vida y que, cuando las palabras empezaron a escaparse y se impregnaron de sentimientos, no quería más que deshacer conexiones a esta página. Así, no es de extrañar que las páginas más visitadas (a través de Google) sigan siendo las primeras recetas y no las siguientes, más elaboradas, personales y, quizás, creativas. Está claro que Google tiene que trabajar todavía más en la perfección de su algoritmo de “posicionamiento”, el conocido PageRank.
En cuanto al número de visitas, he intentado que no creciesen exageradamente, me darían unas “obligaciones” a las que no estoy dispuesto y dejaría de tener la cercanía y calidez que deseo. Me pregunto cuál es el futuro del blog. Me temo que tarde o temprano tendrá que tomar decisión: evolucionar y desarrollarse o morir. Tal vez lo primero también lo sea.
Salvo que fuese descubierto por azar, (creo que) nunca he dado la dirección del mismo a conocidos o amigos. Exceptuando los que lo hicieron durante las primeras semanas, muchos de los que me conocen ignoran su existencia. Si me preguntan la dirección, respondo: “es que se trata de un diario (personal)”.
A continuación, trascribo las respuestas al mencionado cuestionario que escribí con premura y nocturnidad. Intenté demostrar cierta frialdad en las respuestas pero creo que, aun así, puede asomarse algo de sentimiento y, quizás, pueda ayudar a entender la esencia de este diario. Gracias a tod@s, en especial…
Aunque vivo en Santiago desde hace años, soy natural de Boiro (A Coruña). Quizás por eso mi tendencia al publicar platos salados casi siempre sea a hacerlos con pescado o marisco, o que tenga un amor especial por la cocina tradicional. Aunque, en realidad, mis intereses tienden a probar y descubrir nuevos sabores o especias procedentes de lugares más exóticos, especialmente en repostería, mi mayor pasión.
Mi gusto por la cocina no ha sido nada repentino, es una evolución espontánea y paulatina, no de un día para otro. Me imagino que si no hubiese sido la cocina podría hacer sido cualquier otra actividad creativa, cualquier actividad que evada, estimule o te pueda sorprender día a día, independientemente de si el resultado fuese aceptable o desastroso, como muchas veces sucede.
En casa de mis padres siempre ha existido amor por la cocina, especialmente con mi abuela, de la que recuerdo sabores irrecuperables perdidos en el pasado. Empiezas ayudando un poco en la cocina, después, de adolescente, pasas a hacer los postres (mis preferidos) todos los fines de semana. Cuando te vas a estudiar o te independizas empiezas con la práctica de platos salados, lees y, sobre todo, haces llamadas telefónicas a tu madre para que te eche una mano. Después, cuando crees manejar las técnicas básicas y entender las motivaciones, empiezas a arriesgarte, buscas cosas nuevas, a disfrutar y… creas un blog. De ahí, a la evasión y placer que provoca la cocina.
Por casualidad. De hecho, mi idea inicial era crear un blog en el que combinase dos de mis aficiones: el cine y la cocina, entremezclándolas según le antojase al azar. De ahí la dirección del blog. Mi intención también era clasificar todas aquellas libretas y papeles con recetas, pruebas y anotaciones que se habían acumulado con el tiempo y se desperdigaban por la cocina y el estudio.
Después, una afición devoró a la otra. Mientras en una mi actitud sería pasiva, en la otra, la cocina, podría participar y evadirme sin miedo al fracaso, por el simple placer de disfrutar. Pienso que la felicidad está en el proceso, no en el resultado.
Cuando me di cuenta, me vi intercalando divagaciones sobre el día a día en medio de las recetas. Lo que lo convirtió, al mismo tiempo, en un espacio de evasión y trajo las primeras empatías, disparidad de opiniones y discrepancias. Es muy sencillo (y lógico) descontextualizar un comentario o atacar desde el desconocimiento.
Creo que eso es una de las características que hacen más interesante a un blog: la naturalidad y cercanía. Hablar de lo cotidiano, de tus fracasos y alegrías humaniza a los blogs, que no es más que un diario. Eso crea empatía (o antipatía, indiferencia) y ambientes en los que es más fácil sincerarte y olvidarte que lo escrito puede ser leído por cualquier persona. Para leer y descubrir recetas ya hay estupendos libros, un blog permite interactuar, comprobar los resultados, participar u opinar sobre cualquier receta.
¿Éxito? Éxito es una palabra con demasiadas acepciones, demasiado grande. Ni lo he encontrado (en el sentido más material de la palabra), ni lo buscaba ni lo busco. Quizás la palabra más adecuada sea “satisfacción”. Satisfacción que encontré desde el primer día que leí un mensaje de una desconocida dándome las gracias por algo que hacías por mero placer. Lo primero que hice fue comentárselo a mi mujer: “me han dado las gracias…desde Valencia y desde Cataluña”, parecía milagroso y reconfortante.
Cuando empecé a introducir experiencias de la vida diaria, llegaron los/as primeros/as lectores/as y amigos/as que, sin compartir experiencias, querían ayudarte o entendían en la distancia tus inquietudes que, de un modo u otro, todos sentimos pero no contamos. Es más fácil quitarse la máscara de lo cotidiano delante de un teclado o un pedazo de papel. Tema aparte es si piensas quién podría leerlo.
Lo que para mí nunca es sinónimo de “éxito”, como muchos piensan, es la popularidad, el número de visitas u otros fines más materiales. Mi objetivo nunca será tener cien mil amigos en una red social, los verdaderos amigos no son cuantificables. Yo nunca daría mi teléfono a un “amigo” que sólo conozco de una red social. En el blog se crea una cercanía que no se consigue de otro modo.
En torno a unas 475. Si bien el último año la frecuencia de publicación ha decrecido considerablemente por motivos personales, espero en breve poder volver a publicar con mayor asiduidad. Entre las ocupaciones o que el nivel de auto exigencia de calidad es mucho mayor que al principio, no he podido hacerlo con la periodicidad que me gustaría. Lo que más me apena es no participar de igual modo en las conversaciones que se crean después de una publicación.
Aunque sólo hice un seguimiento de las visitas durante el primer año, como me esperaba la pregunta, he consultado y he podido ver que rondan entre 5.000 y 10.000 páginas visitadas diariamente, dependiendo de si he publicado alguna receta nueva o no, en torno al millón ochocientas mil páginas visitadas al año, pues el número de visitas decrece considerablemente en verano o en vacaciones. He podido comprobar que últimamente (el último año y medio), debido a que por motivos personales publico recetas con menor frecuencia, el número de visitas diarias se ha estabilizado o estancado.
Desde luego, no es algo que me interese, quizás al principio, más que nada para conocer qué recetas resultaban más interesantes o si mis mensajes eran un brindis al sol. No me interesa que el número de visitas crezca excesivamente, como he dicho, no tengo mayor finalidad que la de crear un ambiente de cordialidad y evasión. El número de visitas debe ser lo suficientemente grande como para poder entablar conversaciones, debates y sentirte acompañado pero, al mismo tiempo, lo suficientemente pequeño como para poder participar y responder a aquellas cuestiones que surgen durante las conversaciones. Si así no hubiese sido dejaría de ser un blog, la participación e interacción del autor con el lector es uno de los elementos diferenciadores, estimulantes y más agradecidos.
Nada fuera de lo normal, si bien guardo un agradable recuerdo de un par de mensajes de lectoras norteamericanas que habían visitado el camino Santiago y me solicitaban una receta de la famosa tarta u otros mensajes de personas que simplemente querían hablar.
Otra de las anécdotas que resultan más desconcertantes es pensar que el lector estará a miles de kilómetros de distancia o, simplemente, no pensar en que llegue a ser leído. Me he ruborizado varias veces al descubrir que alguna de las personas que leen el blog son las mismas personas con las que conversas casi a diario en el parque o te encuentras en la cola del supermercado y que ellos, después de un tiempo, también han tardado en percatarse de que quién escribe eres tú. En ese momento vuelves a ponerte una coraza y actúas como si existiese un monitor por medio. Eso me ha sucedido un par de veces, la última hace poco tiempo.
Aunque suene a perogrullada, los bloggers gastronómicos somos personas que, además de compartir un gusto por la cocina, nos manejamos con relativa comodidad en las nuevas tecnologías. Por ello, sólo somos un pequeñísimo grupo de los miles de personas a las que les gustaría difundir conocimientos y experiencias sobre asuntos gastronómicos. De hecho, algunos de los principales blogs de cocina de ámbito nacional se han hecho populares con recetas tan sencillas como la de una tortilla de patatas o unos huevos fritos. Lo ideal sería que en los blogs existiese un equilibrio entre el continente y el contenido. Existen muchísimos y populares blogs de cocina, sobre todo internacionales, mantenidos por diseñadores gráficos o expertos fotógrafos que resultan muy atractivos por la estética y el entorno pero, después de leer un poco, la aportación de la receta es escasa o son un mero instrumento para el lucimiento estético con fines lucrativos.
En Galicia hay miles de personas con más experiencia e ideas pero que necesitan ayuda para plasmarlas. La formación en nuevas tecnologías sería la mejor solución, pero pocas veces es posible. Es entonces cuando creo que sería perfecto que muchas de estas personas empleen interlocutores con estos conocimientos para difundirlos en Internet y que no se pierdan recetas o ideas que de otro modo se perderían. He oído hablar de algún conocido blog promovido y mantenido por hijas e hijos de los interesados, o expertos y profesionales ya jubilados que le han perdido el “miedo” a Internet.
Desde este punto de vista, una de las mayores penas que tengo es ver cómo muchos de los grandes platos que preparaba mi abuela se han perdido por no poder transmitirlos. Como dice mi madre: “pensaba que la iba a tener siempre conmigo” (nota: en realidad decía: “pensé que me duraría toda la vida”). Cuando tenga tiempo, una de las labores que me propongo es transcribir al detalle las recetas que todavía conserva mi madre, empezando por esas empanadas o su mano con los escabeches.
El primero, la interacción con el autor de la receta y la constatación de que el resultado es veraz y contrastado, algo que no se puede garantizar con cualquier otro tipo de publicación gastronómica. Lo que se ve es lo que se ha obtenido siguiendo la receta, después está la habilidad del cocinero para plasmarla.
Otro aspecto importante, quizás el más importante desde un punto de vista de aprendizaje, es la divulgación. Uno de los mayores logros de la nueva cocina y de los grandes cocineros es haber superado la barrera del secretismo (casi oscurantismo) y divulgar sus recetas sin engaños ni omisiones, como sucede en cualquier ámbito científico, eso hace que todos aprendamos de ello y la cocina evolucione. Por suerte, atrás han quedado esos cocineros que guardaban sus secretos bajo llave y que en muchos casos han quedado en el olvido. Como dice un proverbio: “Lo que no se da, se pierde”. En el ámbito de los blogs, la comunicación con otros aficionados, el intercambio de recetas y resultados es lo que hace que en cierto modo el blog sea nuestra pequeña escuela de cocina de la que aprendemos día a día.
Para mí, desde un punto de vista totalmente personal y emocional, lo más positivo ha sido entablar amistades y afectividad con muchos/as lectores. Al final, por afinidad y de modo espontáneo, se ha creado un grupo de asiduos participantes en los que las recetas no son más que una excusa para charlar sobre las alegrías y sinsabores de la vida.
Si tuviese la respuesta correcta estaría en otros menesteres. Me gusta creer que se hace, que no hay nada que nos hace diferentes unos a otros, que son nuestras experiencias las que nos motivan y que el esfuerzo nos hace mejores. Todos tenemos una semilla, de tipo que sea, que es necesario alimentar a lo largo de la vida.
Existe la llamada “teoría de las 10000 horas”, que dice que para ser bueno en una disciplina, por muy buena que sea tu predisposición genética, es necesario dedicar esfuerzo y unas 10000 horas de práctica, algo que viene siendo equivalente a unos 10 años de dedicación. Todos dicen que Rafa Nadal, por ejemplo, es un genio del tenis pero también sabemos que su dedicación desde la infancia es constante, rigurosa y con una grandísima dosis de esfuerzo. Esta misma teoría, y no factores genéticos, son uno de los factores por los que se cree que los atletas africanos son muy buenos corredores, por ejemplo.
Por lo que veo, todavía me quedan bastantes años para conseguir ser relativamente bueno en la cocina.
En primer lugar, yo no creo que sea un buen cocinero, sí un amante de la cocina, algo que a veces está unido a lo primero, pero otras no. Creo que para ser un buen cocinero, lo primero es ser amante de la cocina y disfrutar con ello, a partir de ahí, la experiencia, el trabajo y las inquietudes harán el resto. Para ser bueno en cualquier faceta de la vida, la condición necesaria es que te apasione, sin eso no habrá voluntad ni esfuerzo.
¿Un único menú? Imposible. Creo que cada cual debe ajustarlo a sus gustos y apetencias. Como tampoco se me ocurriría recomendar una película o un libro, salvo que conozca bien los gustos del interlocutor.
Creo que lo principal es la materia prima, como un buen guion. De un buen guion se puede hacer una buena película, pero nunca al revés.
Creo que pese a mis intereses por descubrir nuevos gustos y texturas, al final todos volvemos a los sabores con los que hemos crecido, a nuestro Ratatouille particular. En mi caso podrían ser: una buena empanada de maíz con berberechos, como la que hace mi madre, unas sardinas asadas en la brasa, un “polbo á feira”, un arroz con bogavante o una churrascada. Como postre, aunque también me decantaría por unas filloas dulces con nata y chocolate o un requesón con miel y nueces, recomendaría una mousse de chocolate con alguna especia para realzar sabor: jengibre, cardamomo, pimienta de Jamaica o canela, por ejemplo.
¿Qué tal una tortilla de patatas? A todos nos gusta y nunca cansa. Para el resto de los platos y el postre volvería a la propuesta anterior. Lo sencillo y auténtico, si la materia prima es de calidad, siempre es lo más apetecible.
Brownie tierno a la menta
- 120 gr. de huevo (2 unidades grandes)
- 150 gr. de azúcar.
- 150 gr. de mantequilla.
- 125 gr. de chocolate a la menta con 47% de cacao.
- 75 gr. de harina.
- 100 gr. de nueces troceadas en fragmentos bastante grandes.
- Sal, una pizca.
Precalentamos el horno a 200º C. Troceamos el chocolate y lo depositamos en una olla de fondo grueso, poniéndolo al mínimo (al 1) para que se funda a la temperatura adecuada, lentamente. También podemos hacerlo al baño María, intentando que no le caiga ni una gota de agua. Removemos con una espátula de silicona para acabar de fundirlo. Si fuese necesario, podríamos ponerlo al 2 durante unos segundos. Ya he dicho que esto suele hacerse al baño María, pues cuando el porcentaje de cacao no supera el 40%, que no es el caso, es más difícil hacerlo en el microondas.
Sobre el chocolate, añadimos la mantequilla troceada y reblandecida, mezclando con la espátula para que se integre totalmente con el chocolate. Ojo, la temperatura no debe ser alta para que no se funda ni separe la mantequilla.
(2) Batimos los huevos con algo más de la mitad del azúcar y después añadimos el restante, batiendo hasta que esté bien mezclado/batido. Vertemos la mezcla de huevos sobre el chocolate fundido con la mantequilla, asegurándonos que la temperatura del chocolate no es demasiado grande para que el huevo no se cuaje al introducirlo en la mezcla.
Mezclamos la harina con un poco de sal y la añadimos a la mezcla. Por último, añadimos las nueces troceadas.
Vertemos en un molde cuadrado de 20x20 cm2 con la base (y las paredes) forradas de papel para horno para que sea fácil retirarlo totalmente del molde una vez horneado y frío. Horneamos a 200 ºC durante unos 9 a 11 minutos como muchísimo. El bizcocho tipo brownie parecerá crudo pero, al enfriar, la manteca de cacao y la mantequilla se endurecen obteniendo la densidad adecuada. Si lo dejamos más tiempo quedaría demasiado seco.
Retiramos del horno, dejamos enfriar e introducimos en el frigorífico hasta que se endurezca. Yo he preparado el bizcocho el día anterior.
Mousse de sabayón de chocolate
- 105 gr. de azúcar.
- 24-30 gr de agua. Como es para un jarabe no es importante la cantidad exacta.
- 53 gr. de huevo, uno de tamaño medio.
- 60 gr. de yemas (3 unidades de huevos grandes).
- 190 gr. de chocolate a la menta, mínimo de 47% de cacao.
- 258 ml. de nata para montar, con 35% de materia grasa.
- Una pizca de pimentón picante y/o una pizca de canela molida.
- Una pizca (de flor) de sal.
- Una cucharada de azúcar para añadir a la nata montada (opcional)
Con un cuchillo de sierra, troceamos en pequeños fragmentos el chocolate y lo reservamos en un cuenco.
(2) Preparar el sabayón. Montaremos un sabayón empleando un batidor de varillas eléctrico y, si lo tenemos, un termómetro. Como mi termómetro hace años que se me estropeó hago los pasos a ojo y nunca me ha fallado. Vertemos las yemas y el huevo (a temperatura ambiente) en un cazo no demasiado ancho para montar las yemas con mayor facilidad. Si el recipiente es demasiado ancho el montaje es más difícil pues se extiende hasta los bordes, sin volumen suficiente para batir.
Simultaneamos el montaje de las yemas con la preparación del jarabe/caramelo para verterlo en forma de hilo sobre los huevos montados. Antes de empezar a montar las yemas con el huevo preparamos un caramelo mezclando el agua con el azúcar y calentándolo a fuego fuerte durante un minuto, o más, de cocción, el tiempo necesario para obtener la una densidad similar a la de la miel.
Cuando la temperatura del jarabe haya alcanzado los 115ºC, aprox., empezaremos a batir los huevos; cuando alcance los 128ºC verteremos rápidamente y en forma de hilo mientras seguimos batiendo con el batidor a alta velocidad, así durante unos minutos. Seguimos batiendo a velocidad media otros 3-4 minutos hasta que haya enfriado y el sabayón esté muy pálido. Su volumen se habrá multiplicado por 3 o casi 4 y tendrá la textura de una mousse, sin ningún líquido residual. Reservamos.
(3) Fundir el chocolate y preparar la mousse. Fundimos el chocolate como hemos hecho anteriormente con la base, con el fuego al mínimo o al baño María. Cuando se haya fundido con el movimiento de la espátula de plástico, lo trabajamos hasta que la temperatura alcance unos 45º C y añadimos una pizca de sal (opcional) y/o pimentón picante.
Cuando haya alcanzado esa temperatura (o algo inferior) añadimos ¼ de la nata montada (o menos), intentando que el chocolate no se apelmace (forme grumo) y mezclando con total descuido. Una vez mezclado, añadimos el resto de la nata de forma envolvente y con cuidado que no se baje. Por último, incorporamos el sabayón frío desde el centro, de abajo hacia arriba y de modo envolvente. Vertemos de inmediato sobre la base del bizcocho al que le hemos recortado los bordes para que queden rectos y que hemos puesto en un molde rectangular adecuado para mousse. Como no tengo este tipo de moldes, he preparado un molde de cartón que he forrado con láminas de acetato/transparencias, sobrepasando los bordes para desmoldarlo con facilidad.
El único problema a la hora de preparar la mousse es si añadimos la nata demasiado fría y toda de golpe, enfriaría el chocolate fundido y lo solidificaría en grandes fragmentos. Otra solución para evitar ese inconveniente es añadir el sabayón, todo o parte, antes que la nata. Yo sigo prefiriendo hacerlo al final y cuidar que la nata esté a la temperatura adecuada, añadiendo antes una pequeña parte de ella sobre el chocolate.
Introducimos en el congelador (sí, congelador) unas horas hasta que tenga la suficiente consistencia para aplicar el glaseado. Si lo dejamos en el frigorífico necesitaremos más tiempo y será más difícil desmoldarlo.
Cuando se haya endurecido procederemos a preparar el glaseado.
Glaseado de chocolate brillante
No recuerdo la proporción exacta empleada para esta tarta, creo recordar que la de 30 gr. de cacao. Así conseguí la cantidad de glaseado adecuada para esta tarta, sin haber sobrado nada. Siempre puede hacerse la otra cantidad y echar sólo la necesaria.
- 3 gr. de gelatina en hojas (1,5 hojas) [4 gr., 2 hojas]
- 60 gr. de nata al 35% MG [80 gr.]
- 90 gr. de azúcar. [120 gr.]
- 68 gr. de agua mineral [90 gr.]
- 30 gr. de cacao puro en polvo [40 gr.]
Retiramos del fuego y esperamos a que baje la temperatura hasta unos 60º C. Vertemos la gelatina hidratada y secada con un paño y, removiendo suavemente con una espátula, mezclamos hasta que no tenga grumos.
Cubrimos la tarta cuando el glaseado haya alcanzado los 38-40º C. Si ya hemos preparado el glaseado con antelación (no lo recomiendo) hay que volver a calentarla hasta alcanzar esa temperatura, muy suavemente. Introducimos de nuevo en el frigorífico hasta que tome consistencia y gusto, unas 12-24 horas más.
Pasado el tiempo, desmoldamos y decoramos a gusto… o con lo que tengamos a mano.
Sorprenderá (de nuevo). La mezcla de chocolate con ese ligero toque de menta le queda genial, por lo menos para mis gustos… extraños, por cierto.
ah Pepinho! estabas ahí! Ja y yo escribiendo en la receta anterior. Esta está preciosa. Mi mamá adora la combinación menta chocolate. Se la haré apenas pueda claro que tan linda como la tuya no me quedará.
ResponderEliminarHe leido toda tu entrevista, muy interesante y comparto muchas cosas, tambien he tratado (y con esa ideas lo creé) que a parte de compartir recetas sea un especio para intercambiar ideas y un lugar (personalmente trato) donde todos se sientan acogidos, no me gustan los blogs en que pierden eso personal. Ya sabes.
El blog para mi ha sido importante sino no se entendería que a veces estoy hasta no se que de cosas e igual en la noche estoy traduciendo y escribiendo. El otro día le decía a mi mamá que se me acaba de ocurrir que cuando ya no esté (nunca se sabe) los niños o los que quieran podran vber las recetas en mi blog) casi es un album de recuerdos, cada cosa ,anecdota como tu con teo, para Teo será un tesoro tu blog cuando lo pueda leer porque seran tus recetas.
Besos para los dos
gloria
entré a ver esta maravillosa receta pero me he quedado leyendo la entrada de pe a pa....me ha encantado todo...me gusta leer otras cosas de vez en cuando en algún blog, aparte de la receta en si.
ResponderEliminarY la receta la copio, tengo que hacerla, soy un amante de los after eight...ah, y compro muy a menudo el chocolate a la menta seleqtia, es mas, lo tengo en casa...
Me sorprende mucho que siendo una persona introvertida cuentes tantas cosas personales en tu blog, yo no sería capaz de hacerlo, es más, si me salen las borro.
ResponderEliminarLa tarta es toda una obra de arte.
Besos.
Alicia.
En mi humilde opinión, el corazón del blog al que te refieres es lo que hace diferente este blog, además, por supuesto, de las fantásticas recetas, que son de un nivel superior.
ResponderEliminarEstoy totalmente de acuerdo con todo lo que dices en tu entrevista. En mi caso, yo soy una humilde blogger que intenta aprender día a día para mejorar en una afición (la cocina, en especial la repostería) que me acompaña desde siempre.
Un abrazo
Holaaaaaaaaaaaaaaa!!
ResponderEliminarNo me lo puedo creer!!!!
Me has leído el pensamiento o que?????
El domingo 24 es mi santo y tengo cena celebración el sábado 23, y pensé: Voy a hacer una tarta Afther Eight!!! eso si, ni idea de como hacerla, me he vuelto majareta dándole vueltas al coco, es más, incluso este sábado pasado compré una cajita de estas láminas-bombones para tenerlos a mano en cuanto la haga, y...nada que ni idea de que hacer......
Cual es mi sorpresa cuando he visto que has publicado una maravillosa nueva receta y es justo lo que andaba buscando!!!!!!!
Gracias! mil millones de gracias! Esta es la tarta de mi santo! ya te contaré.
Besosssssssssssssss
Hola, Pepinho. Espero que pases un feliz verano con tu familia. Enhorabuena por la receta y por la entrevista. Saludos.
ResponderEliminarHola, hola. B llamando a R, B llamando a P.
ResponderEliminarEl caso curioso es que mi madre me ha llamado para que suba a ver la revista, jaja. Ella no sabe quien eres...yo sí.
Pues punto one: creo que el hecho de tenernos aquí es porque estamos todas en cierta medida "enamoradas" de tus sentimientos. Más de una saldría corriendo a achucharte si tuviera la suerte que tengo yo en ocasiones (no de achucharte sino de poder guiñarte un ojo).
Punto two: la cercanía de los contenidos no gastronómicos, hacen que tus fans lo sean por eso también. Es que nadie nos deja speakear tanto como tu. incluso cuando no estás.
Punto three: la pasión en la descripción de la receta, la belleza de su forma visual, los tips, lo todo hacen que este conjunto de asidú@s quiera formar parte de las 5000, 6000, 150000 visitas diarias. Es más,confieso que tras ver cada mañana mi correo, lo segundo que hago es entrar a husmear por aquí. Como quien coge ese libro que todos hemos leído mil veces pero que cada vez que lo tomamos nos dice algo nuevo.
Point four: es cierto que en las respuestas no está el Pepinho al 100% estado puro. Se ve la huella del polifacético profesor científico. Pero me E N C A N T A igualmente.
Point five: este lo dejo para los Jackson.
Point six: has hecho referencias a tu pasado etílico, jaja, bueno petardeos que ya conocíamos. Y lo has hecho de la misma manera. Así que eres de fiar al 100%. "di que no estoy" se repite en este blog en más de una ocasión.
Point seven: esa cobertura brillante va a hacer que o te odie infinitamente o te idolatre y creo que la segunda opción no me gusta porque puede traer consecuencias psicológicas que en una mujer de mi edad fijo no tienen solución.
Point eight: el guateque es el mejor ejemplo de cómo uno puede tener en su casa la mascota más increible y no tener que pagar canón.
Point nine: el tuyo perfecto
Point ten: nunca se lo doy a nadie.
Muacs dulces con promesas de subir mañana mismo a casa de mamá a verlo en paper
No me canso de leerte. Nunca. De este post, como de todos, destacaría tantas cosas..., pero después me extiendo mucho, y cuando veo el ladrillo publicado pienso que me odiareis ;-)
ResponderEliminarEres mi mejor profesor de cocina. Y mi gran motivador para hacerlo. Si viese esta receta o la de la cúpula en un libro o en una revista, dudo que me lanzara a hacerla, por esa sensación que tienes a veces de que se dejan cosas en el tintero, a lo mejor sin intención de hacerlo, por sobreentender que algunos pasos ya se suponen y no hace falta explicarlos.
Y así, aunque sean complicadas para mi, tengan un trabajo de días o hayan padecido mis ataques de torpeza (cuando bañé la cúpula, quedó preciosa; forré una balda de la nevera para no ensuciarla con las gotas que fueran cayendo; y mirando tanto de no mover el papel con las patas de la rejilla no pensé en el techo de la nevera, justo donde fue a estrellarse... Bonito fresco, eh?) perseveraré en la consecución de tus delicias. Obstinada!
Y ahora, encima, repetitiva: gracias (pero es lo que hay).
Se os quiere...
Mañana te leo con la calma que merced. Y no, esto ya hace tiempo q no es un blog de cocina ;0). Besos miles! Olga.
ResponderEliminarHola: apenas hoy de casualidad conocí tu blog y me encantó. soy una principiante en esto de la repostería pero esta tarta se tan exquisita que este fin de semana la intentaré hacer. Un abrazo desde Chile.
ResponderEliminarEste comentario ha sido eliminado por el autor.
ResponderEliminarQué buena receta!!!Tú blog es para mí de cocina y algo "más"....me gusta mucho como trasmites tus sentimientos.
ResponderEliminarEspero que aunque relentices tus entradas, nunca lo abandones.Que pases muy buen verano,al lado de ese mini fotografo rubio.
Fabuloso blog, toda una joya. Me supone un regalo y sorpresa cada vez que descubro una nueva entrada.
ResponderEliminarComo ya han comentado, imagino que somos much@s l@s que te seguimos y valoramos, aunque nuncha nos hayamos atrevido a escribir, pero siempre estamos ahí leyéndote y admirándote.
Las recetas son magníficas y en cada edición que haces se puede observar claramente el trabajo y sentimiento que pones en ello.
Todo ello hacen que este blog sea distinto al resto, lleno de vida y sentimiento, rebosante de personalidad.
Gracias por compartir tanto.
Con cariño, desde Málaga.
Fabuloso blog, toda una joya. Me supone un regalo y sorpresa cada vez que descubro una nueva entrada.
ResponderEliminarComo ya han comentado, imagino que somos much@s l@s que te seguimos y valoramos, aunque nuncha nos hayamos atrevido a escribir, pero siempre estamos ahí leyéndote y admirándote.
Las recetas son magníficas y en cada edición que haces se puede observar claramente el trabajo y sentimiento que pones en ello.
Todo ello hacen que este blog sea distinto al resto, lleno de vida y sentimiento, rebosante de personalidad.
Gracias por compartir tanto.
Con cariño, desde Málaga.
Hola Pepinho! Hace como unos tres años que te sigo, de hecho fuiste de los primero blogs que conocí cuando me metí en este mundo blogguer. Y desde el primer dia me enganchó, pero no solo las impresionantes recetas que me dejan alucinada, sino el corazon de tu blog, porque transmites muchisimo mas que las recteas en tus palabras!
ResponderEliminarGracias por compartir con tod@s nosotros un poquito de ti a traves de tus palabras!
Un beso!
Hola: Aqui estoy como siempre que termino de leerte. Con la mirada fija en la pantalla y desgranando todas tus reflexiones casi siempre compartidas.
ResponderEliminarPara mi la parte mas importante de tu blog son esos textos que algunos dicen que son largos. A mi me parecen demasiado cortos porque eres como una adicción, y quiero mas..
La tarta debe de estar....bueno no quero ni pensarlo.
Hay muchos blog en la red y entre ellos el mío, mas o menos parecidos.Unos mejores que otros en fotos o recetas, pero el tuyo simplemente es "ESPECIAL".
Aqui me quedo esperando tu próxima entrada.
Un abrazo
Como siempre, impresionante la receta. Creo que eres demasiado humilde con tu trabajo. Como dices, hay muchos libros de cocina que no tienen tanto valor como tu blog, es un lujo poder consultarlo.
ResponderEliminarYo también podría hablar de timidez... de pequeña era taaan tímida que me hice pis en clase demasiadas veces porque me daba vergüenza pedir permiso para ir al baño...
También mi madre me instaba a que saliera de casa, en verano me mandaba de campamento para que saliera y conociera gente. Ahora me arrepiento de no haber aprovechado más esa época por mi timidez, y siempre echo de menos un grupo de amigos con los que compartir experiencias, aún hoy. De todos modos, esas cosas son las que nos hacen ser como somos ahora, y está claro que no se puede dar marcha atrás, así que a disfrutar de lo que tenemos.
Un saludo desde Murcia, pasando calor. Cómo echo de menos la lluvia gallega... No me podía buscar más lejos al "marido".
Yo es que soy muy simple. Y agradezco infinito que en las recetas se ponga dónde poder localizar los ingredientes menos habituales: Entre otras cosas porque debo de haberme vuelto muy despistada, y a veces paso por delante del objeto de búsqueda, sin verlo, ¡ Y me voy para casa sin él!
ResponderEliminarYo no compro libros de cocina, la información que encuentro por aquí (Internet) me llega y me sobra, pero sobre todo valoro, como dices, la posibilidad de interactuar...aunque a veces tiene una la sensación que lanza sus comentarios al vacío...
PD: si en algún momento decides "morir" como fuente culinaria, por favor háznoslo saber: no quisiera perder estas recetas en el vacío de la información borrada, o bloqueada
¡Qué lujo haberte destapado tu botella!
ResponderEliminarHola! Hace tiempo que te sigo y he hecho varias recetas tuyas, sobre todo tartas, y siempre han sido un exito rotundo. La seman próxima es el cumpleaños de mi hermana y solo ver esta tarta se que es la que voy a hacer. Mi problema es que con este tipo de mousse no me queda con suficiente consistencia y se desmorona (me pasó con la tarta rellena de profiteroles). Algún consejo? Gracias y no dejes nunca de publicar estas maravillosas tartas
ResponderEliminarNo entiendo lo de "mensajes direccionales..........". A mi me pasa igual,q muchas veces solo escribo pensando en alguien concreto........ Aun no he podido leerlo al completo. Me pongo a ello ya! . Olga.
ResponderEliminarBesos, gloria
ResponderEliminarHola. Esta es la primera vez que me decido a realizar un comentario en el blog. A pesar de que hace bastante tiempo que lo sigo, nunca me atreví a escribir nada.
ResponderEliminarTus reflexiones acerca la cocina y de lo que tratas de transmitir a través de ésta página me han llegado tan al corazón, que, sin pensarlo, me he puesto a escribir. Me han venido a la cabeza recuerdos de mi niñez en los que me encantaba pasarme horas y horas en la cocina, junto a mi abuela, ayudándola (cuando me dejaba...) y viéndola preparar aquellos platos que aún perduran en mis sentidos. De ahí nació mi amor por los pucheros, el cual a día de hoy me entusiasma aún más si cabe.
Comprendo cada una de tus sabias palabras acerca de tu pasión por la gastronomía y de cómo tratas de aportar tus experiencias en un tono cercano y claro.
Personalmente, te doy mi más sincera enhorabuena y mi gratitud por compartir todas y cada una de tus vivencias, tanto culinarias como individuales, las cuales no sólo dejan entrever a un excelente cocinero y ser humano, sino que además nos unen a todos sin importar quiénes somos, por el simple hecho de tener en común el gusto por la cocina.
P.D. La tarta...sencillamente sublime.
He llegado aquí desde otro blog que nombraba tu Tarta de Queso y Chocolate; me he quedado maravillada. Me ha encantado todo, desde las recetas a como las explicas, las fotos...etc. Me parece asombroso y ten por seguro que voy a pasar largas horas leyendo todas las cosas tan suculentas que tienes por aquí.
ResponderEliminarSaludos.
Me ha gustado mucho el comentario de Ana. Me he sentido identificada porque yo también tengo muchos recuerdos asociados a la cocina, creo que por eso me gusta, porque normalmente se tienen muchos recuerdos, sensaciones... que van asociados a ella.
ResponderEliminarMe encanta el olor a mandarina porque me recuerda cuando estaba en el recreo, en el cole. O cuando ayudaba a mi madre a quitar los guisantes de su vaina, o cuando me quemé con la sartén que había usado mi madre para freír los huevos, o cuando le dábamos forma a las croquetas, o cuando me quedaba sola en casa y aprovechaba para hacer bizcochos...
Quisiera poder expresarme con mayor claridad y extensión, pero estoy limitado por un pequeño terminal telefónico en una poco iluminada habitación de hotel...
ResponderEliminarSólo GRACIAS y UN BESO muy grande
Pepinho.
P.D.: volveré
Volveré cantaba Chiquetete
ResponderEliminarI'll be back cantaba Mariah Carey
We'll be here waiting for you, decimos algunas, y yo sólo puedo decir. GRACIAS POR VENIRRRRRRRR
Muacs dulces llenos de pintura azul
Que maravilla de tarta!! me recuerda los chocolates ingleses de menta que son una delicia, haces que lo difícil parezca sencillo , muchas gracias por compartirla
ResponderEliminarmil besossssss
Pepinho, espero que donde estéis parezca verano, porque lo que es aquí... Nunca creí que haría velouté en julio.
ResponderEliminarTe esperamos en la vuelta. Pasadlo súper!
Berta, te echaba de menos por todas partes. Azul, pero, con brocha gorda o pincel? No te olvides de nosotros, que aquí también pintas mucho.
Besitos también a Olga y Gloria.
A los que me preguntan y han estado preocupados, una nota cortita, mi mamá tuvo la cirugia ayer, segun el doctor se retiró lo malo y estaría bien (siempre hay que esperar) pero ahora tiene que recuperarse hoy dia se supone la dan de alta y la traeran a mi casa para que yo la cuide (mi papá tambien está acá). En la medida que puedo sigo publicando recetas en mi blog.
ResponderEliminarCocinar es mi karma (sobre todo baking) es mi relax si no ya me había vuelto loca, se los digo absolutamente en serio. Mi vida no ha sido facil estos días. besos y gracias gloria
Abrazos, besos y todo mi afecto, Gloria.
ResponderEliminarGloria tengo q recuperar tua Mail, pero te ciberquiero mucho y te mando todo lo bueno q tengo! Muaaaaa!.olga,
ResponderEliminarHola,
ResponderEliminarhace tiempo que sigo tu blog. Eres uno de mis preferidos. Con tus postres siempre triunfo y cuando me preguntan que cómo lo he hecho siempre contesto lo mismo: "con cariño". Una parte de razón y otra parte de tu conocimiento. Pero esto que quede entre nosotros.
Tengo una duda existencial, es decir, existe un cuchillo que haga unos cortes tan limpios como los que veo siempre en tus postre? A mi no me quedan igual. Por fa, ¿cómo lo haces?
Saludos, Montse
Gracias Rosita y Olga, no ha sido fácil Olga mi mail es
ResponderEliminargloriadelpilar_1994@yahoo.com
Querido Pepinho... Gracias por este delicioso Blog, por las recetas, las fotografias, por cada entrada... un placer!
ResponderEliminarSI ESTA TAN BUENA COMO LA PINTA QUE TIENE,SERA ESPECTACULAR.UN 10--hermanasgolosas.blogspot.com/
ResponderEliminarPues yo tambien hacia mucho tiempo que no te visitaba!! He estado muy liada, pero esto es como los buenos amigos, nunca importa cuanto tiempo estais sin veros, cuando os encontrais, es como si os hubierais separado ayer. Esta receta me ha parecido maravillosa, siempre he sido una adicta al chocolate con aroma de menta (el relleno no me gusta tanto) y hacer un brownie con el me seduce muuuuucho. Espero que sigas siempre asi, regalandonos tu tiempo y tu buen hacer. Si me aceptas la opinion: Nunca te sientas con obligacion de dejarnos una receta, puesto que entonces perderia el encanto. Tu blog es tan especial porque no es uno mas donde encontrar recetas, sino porque estas son personales, y por tanto, unicas. Bienvenido y bienhallado!
ResponderEliminarPues yo tambien hacia mucho tiempo que no te visitaba!! He estado muy liada, pero esto es como los buenos amigos, nunca importa cuanto tiempo estais sin veros, cuando os encontrais, es como si os hubierais separado ayer. Esta receta me ha parecido maravillosa, siempre he sido una adicta al chocolate con aroma de menta (el relleno no me gusta tanto) y hacer un brownie con el me seduce muuuuucho. Espero que sigas siempre asi, regalandonos tu tiempo y tu buen hacer. Si me aceptas la opinion: Nunca te sientas con obligacion de dejarnos una receta, puesto que entonces perderia el encanto, tu blog es tan especial porque no es un blog mas de recetas. Bienvenido y bienhallado!
ResponderEliminarAl fin probé esta maravilla. Voy a soñar con ella. Qué delicia!!!
ResponderEliminarSurfista, fantásticas... besazos!
Saludos a todos!
Como la envidia es "mu mala", que cosa que todos sabemos; me he armado de valor, y he encargado en la farmacia "Glucosa Anhidra" ... y ahora me ha entrado la duda, de si esa es la que usas. Ainnnn , si tenía que haberte preguntado antessssss.
ResponderEliminarBesos!
jaja, qué sutil!
ResponderEliminarPues sí, qué morro! No creo que le guste al casero.
ResponderEliminarBesos!
Miss you pajarito!,, O.
ResponderEliminarJejé, eso, eso, O.! Esperando... Pacientemente... Pero cómo se echa de menos!
ResponderEliminarBesitos.
Y yo (más)... pero no recuerdo un agosto tan agotador como éste. M trabajaba, ejercer de guardería, cocinero y buscar un rato para un poco de deporte ha sido una agenda imposible.
ResponderEliminar¿Son todos los niños así de inquietos e incansables?
Un beso (grande). Éste será mi primer destino cuando vuelva al trabajo...
Como siempre me ha encantado todo,Nine,tus explicaciones tan detalladas y por supuesto tus relatos que a mi particularmente me parecen entretenidisimos y me hacen pasar un rato maravilloso.
ResponderEliminarTu humildad te hace grande,besiños.
Así de inquieto e incansable, en unos años te acompañará en tus 'runnig adventures'. Ja, ja... y quita que no te quite tu sitio de cocinero y todo!
ResponderEliminarBesos gordos para los dos!
Jajajajaj a m el fisio me decía q V y yo tendríamos un watio en vez de un niño, y multiplica por dos. Agotada no, lo siguiente! Y queda el tramo peor, pq la ultima semana ya nos "sobra" a todos. Me alegro de "verte". Misa you de veras! Besos mil. Olga,
ResponderEliminarPepinho.com? Qué ha pasado????
ResponderEliminarOs echo de menos, hermanos de chocolate (si los hay de leche, por qué no de esto?)
Bona nit y besos!
No he dejado de pensar en vosotr@s ni un solo día. No quiero repetirme, pero después de un mes de julio pasable vino un agosto patético en casi todos los sentidos. Solíamos estar en A Illa, pero este año sólo fuimos los fines de semana para liberar a M de los desplazamientos diarios desde Santiago. Teo no quería salir a la calle, sólo alguna tarde al pueblo de mis padres (y el mío) o a alguna otra una playa fluvial cercana.
ResponderEliminarEra tan mi nivel de ocupación, dedicación, para ser más exactos, que había días que deseaba que llegase septiembre. Y llegó, llegó con las primeras horas de trabajo pero con una cabeza que no ha parado de pensar en planificar el nuevo curso. Llevo tres años dando asignaturas nuevas, y éste tampoco es una excepción. Me toca preparar apuntes en los ratos libres, es otra desventaja con otros niveles académicos, aquí no tenemos libros de apoyo y todo el material tienes que prepararlo por tu cuenta.
M tiene 3 días de vacaciones, por lo que hemos venido a A Illa. Por un misterio que desconozco, he dejado de tener cobertura con el módem y ni tengo Internet para leer el correo o preparar algún material mientras Teo duerme. He tenido que colgar por la ventana el portátil de 17’ para enviar este correo. Penoso.
Mirad que he hecho recetas, algunas muy interesantes, mas no he conseguido ese momento para escribir más de dos líneas seguidas…
Se os echa mucho de menos, de corazón.
Un beso muy grande.
Hasta pronto.
Querido, descansa y cuidado de colgar el portátil.
ResponderEliminarHe visto el cambio de dirección. A lo mejor nos regalas algo nuevo? O es que he estado super perdida y ya viene de viejo.
Muacs dulces y buena entrada de curso
Sobre todo, recuerda una cosa, Pepinho. Eso que se dice que los amigos de verdad ya pueden estar tiempo sin verse, que en cuanto se encuentran, todo es como si se hubiesen visto ayer por última vez. Así que olvídate de disculparte, eh? o nos sentiremos ofendidas.
ResponderEliminar;-)
Si, hay cambio de dirección, pero no me eirve i no viene contigo! La vuelta esta siendo dura, y sin internet seria aun peor. Yo utilizo el iPhone como modem, en la opción compartir internet, pero supongo q ya lo sabes. Se te extraña, de corazón. Besos mil a repartir!. Olga.
ResponderEliminarQue pasada....Me ha encantado este post.
ResponderEliminarLo hago fijo... porque antes hacia algo parecido pero con tus consejos... me saldrá mucho mejor.
Saludos!! ♥ ♥
Oh Pepinho!
ResponderEliminarDos meses de ausencia... voy a morir de sindrome de astinencia...
Jejeje...
Un beso muy grande y un soplo de paz desde Bilbao.
Flori.
Hola Pepinho,
ResponderEliminarTómate el tiempo que necesites, pero por favor no dejes de escribir, te extraño
Besos desde Venezuela
patto
Te ha quedado una tarta preciosa, muy delicada y elegante, gracias por la receta.
ResponderEliminarSaludos
¿Cómo consigues esos cortes tan perfectos? el glaseado de cacao nunca me queda asi tan duro y cremoso :(
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