La transición
Todas estas semanas de trabajo y ocupación para llegar y publicar esta sencillísima receta, pero no os llevéis a engaño, es de cinco estrellas michelines. Desde luego, la vida es muy confusa. Lo peor es verla desde un único prisma, en el que nosotros somos el centro del universo y el mundo gira a tu alrededor. No es fácil pero... ¿y qué lo es? Debéis perdonar estas confusas palabras debidas a un repentino estado de melancolía y decaimiento provocado por un levísimo comentario. Por suerte, así como llegan se van. Llegan, se van, llegan, se van, llegan, llegan…
La receta, además de su gusto y sabor, se adecúa excepcionalmente a los tiempos que nos ha tocado vivir (¿tocar?, esto no es una lotería, pero podría haberlo sido).
La crisis del capitalismo, porque es eso, que no nos engañen, si en su día cayeron los muros de la autocracia camuflada en un falso socialismo, esta crisis no es más que la confirmación de gran parte de los males intrínsecos de un sistema económico basado en el capital. A diferencia de la caída de aquellos muros, ahora es el propio poder el que lo está queriendo salvar a toda costa con medidas e inyecciones económicas sobre el sistema financiero que bebe del bolsillo de los ciudadanos que la han sufrido, sólo para proteger los intereses de los que se enriquecen con la especulación y el trasiego de capital. Ya me he liado, ésta debía ser la entrada a la receta y no un manifiesto político, políticamente incorrecto.
Pues bien, la receta es de las más económicas que conozco. El coco rallado (~30 céntimos), azúcar (~7 céntimos), un huevo (10 céntimos) y mantequilla (~6 céntimos) hacen que estas tejas (cuyo nombre viene de la forma que presentan) resulten extremadamente económicas (~0,53 euros para un gran número de ellas que no he llegado a contar). Lo del cardamomo ya es otro cantar, después del azafrán y la vainilla una de las especias más caras, pero como su presencia es sólo testimonial, no pasan de unos pocos céntimos de euro. Así ahorraremos, algo que no tengo muy claro que sea positivo. Cuanto más ahorremos, menos consumiremos, menos impuestos indirectos pagaremos, menos ventas y beneficios empresariales, más números rojos y más paro. Si gastamos, mayor beneficio para el estado y las empresas privadas, menos paro y mejor rendimiento económico. En resumen, lo que es bueno para el estado es malo para nosotros, o lo que es lo mismo, al estado y a las empresas le interesa que nos endeudemos para obtener mayor beneficio. La próxima receta llevará caviar de beluga y una reducción de champán Belle Epoque de Perrier-Jouet, así todos contentos… menos yo, que no me gusta demasiado el caviar ni las bebidas alcohólicas, prefiero un bollo dulce, un trocito de chocolate o estas tejas de coco y cardamomo.
La enésima versión de El principito está ahora sobre la mesa del salón. En la primera página, escrito con bolígrafo azul, puede leerse: “Unha volta/volver a empezar. Ascensión 2001. Pepinho C.”. Casi ayer mismo, o eso me parece.
Confundido, me he visto en la necesidad de paralizar la narración de un miércoles como otro cualquiera, hace ya más de una semana, por esta mención que me ha sumido en un estado de emotiva confusión durante cierto tiempo.
Paseaba con M y Teo entre el bullicio y caos por la aglomeración de una Alameda repleta en la tarde del día de la Ascensión, fiesta local pero un día de trabajo para mí como otro cualquiera. No es lugar para niños tan pequeños. Nos abrimos paso entre la multitud para alejarnos del lugar y dirigirnos a la zona vieja, siempre más tranquila por muy concurrida que pueda parecer. Hay rincones que atraen a unos pocos por el simple hecho de sentir la frialdad de la piedra.
La había visto otra vez. Entonces la había saludado con un leve gesto con la cabeza. En aquel encuentro el gesto de su respuesta fue de confusión, casi indignación, por el saludo descarado de un, pensaba ella, desconocido. Recuerdo que llevaba a Teo colgado de la mochila. Ayer nos volvimos a cruzar, pero esta vez fue ella quién se dirigió a mí con el mismo descaro que el que yo había ofrecido en mi primer saludo hacía unos meses. Yo no tenía ganas de hablar, pero una oportunidad como ésta para sacar a la luz viejos e idolatrados recuerdos no se debe dejar pasar por el simple hecho de tener una tarde de cansancio y apatía.
No recordaba su nombre, sólo que había sido compañera y amiga de muchas de las personas que me importaron en tiempos de Bachillerato. Nota: debe hacerse caso omiso del tiempo verbal “importaron”, cuya continuidad podría haber sido extendida en el tiempo. Aún siendo pasado, un “han importado” podría ser más adecuado, y un presente de indicativo (quizás) todavía más.
Cuando te enfrentas al reencuentro con alguien que hace mucho tiempo que no ves (¿20 años?, ¿19?, ¿21?) se plantean muchas dudas. Para empezar, lo mejor es poder acordarse del nombre. Me lo puso fácil, empezó preguntando quién era y cómo me llamaba, por qué la había saludado (o casi) hacía unos meses. Me había visto jugar con Teo en el parque y eso le ayudó a recordar mi cara, el dónde y cuándo es otra historia. Era lógico que no recordase mi nombre, nunca compartimos clase, sólo teníamos alguna amiga y conocidos en común.
“Sigues igual”, me dijo. Ágilmente pude entender el significado real de la frase. Por supuesto que no seguía igual, ni de lejos. Había cambiado, y mucho, malo sería si así no hubiese sido. Comprendí que era un modo de decir que no me había caído el pelo y tampoco me había crecido la barriga cervecera, como a otros compañeros de entonces a los que sí les ha sucedido.
Los reencuentros después de tantos años son un paso a través de la fábrica de la consagración del verdadero YO. En medio, una transición hacia lo que es y será nuestra sensibilidad, personalidad y aspecto en lo que nos queda de vida, la metamorfosis de un insecto que no se mira al espejo y puede llegar ser una mariposa o un escarabajo pelotero. Ni mariposa ni escarabajo, por fuera poco importa, quizás una hormiga o una abeja, un zángano o una obrera está todavía por decidir. Por dentro, sólo la eterna duda y la absoluta certeza de la inexistencia de lo absoluto o cierto.
No quisiera desviarme del verdadero hecho que me ha desorientado, pero no puedo evitar hablar de esos años oscuros en lo físico y mental. En lo físico porque durante esas etapas nuestro cuerpo, que ha dejado de crecer a la velocidad que lo hacía, debe avisar y reeducar al cerebro, y éste a nuestra alimentación, para ajustar el apetito a unas necesidades menos cuantiosas. Ese proceso lleva un tiempo, el que muchos/muchas han visto pasar a través de un espejo durante la época Universitaria o post-adolescente.
Porque si nuestro carácter y personalidad se establecen durante los primeros años de vida, los ideales e ilusiones futuras lo hacen durante esos años de confusión y rebeldía.
En cualquier caso, ajeno a esas imágenes en las que no nos reconocemos, porque los cambios físicos y el sedentarismo de las nuevas exigencias educativas nos estampan durante unos años o un invierno unos granos y/o unos gramos de más, está lo que sí ha perdurado todavía en nuestra memoria: el despertar del amor. Será difícil no caer en la ñoñería o el sentimentalismo, pero aquellos años así lo eran: palabras absolutas y sentimientos a flor de piel.
Durante toda la conversación surgieron nombres, imágenes y personas. Parecía evidente que la interlocutora poseía cierto conocimiento de mis emociones pasadas, o así pareció insinuarlo por la mención de un(os) nombre(es) marcado(s) con pausas y silencios en espera de respuestas y alguna muestra de interés por mi parte. Hay quién dice que es síntoma de madurez el control de las emociones, no creo que sea cierto en absoluto, pues aunque a veces no me sienta demasiado maduro en el sentido estricto del término, alguna vez puedo llegar a serlo y siempre los sentimientos toman la batuta de mis actos con suma facilidad. Esta vez intenté controlarlos y mostrar indiferencia. Lo hice y creo que lo conseguí, no lo digo con orgullo, más bien con cierta decepción. Pensé que no sería correcto a estas alturas de la vida remover pasados que pudieron haber sido y no fueron, construyendo falsos castillos en el aire, olvidándome que todos hemos cambiado, empezando por quien ahora escribe.
Y si así fue, el intento de permanecer impasible ante el cosquilleo interno causó efecto y sólo sirvió para dar pie a una pequeña confesión por su parte con nombres que yo también conocía y, me pareció observar, muestras de un pequeño desencanto sobre su presente e ilusiones pasadas. Como he dicho, me pareció apreciar.
A diferencia de muchas otras situaciones a las que me enfrento en mi vida cotidiana, mi postura no fue la de sincerarme y abrir mis emociones pasadas con total confianza y sin limitaciones a una extraña y desconocida, que lo era. Mi reacción fue la de justificar el presente que ella vivía con la familia que había ayudado a crear haciendo una pequeña mención a “Esplendor en la hierba”. No dudo que todos nos planteamos con frecuencia el “qué hubiese sido si…”. Era mi intención inicial pronunciar aquel poema, que por suerte no recité:
“Aunque mis ojos ya no puedan ver ese puro destello que en mi juventud me deslumbraba, aunque ya nada pueda devolver la hora del esplendor en la hierba, de la gloria en las flores, no hay que afligirse, porque la belleza siempre subsiste en el recuerdo”,
Adaptación bastante acertada de los versos de William Wordsworth, prefiero “belleza” a “fuerza”:
Ya había sido suficientemente pedante y cursi con su simple mención. Recetar los versos sería el reflejo de que sí tenía razón y que en realidad “Seguía igual”. Igual de ingenuo, igual de soñador, igual de ciego ante la (cruel) vida real.
Me embargó cierta dosis de decepción y vacío por mi incapacidad para admitir y curar heridas pasadas. Nos despedimos sin haber dicho todo lo que debía. A fin de cuentas, no tenía nada que perder, sólo contarle a un extraña, en otro tiempo “conocida”, qué había pasado por mi interior durante aquellos años, algo que para ella no sería más que un simple ejercicio de curiosidad, como el sicólogo que escucha las elucubraciones de un paciente en vías de desahogo. Si ella demostró estar curada, yo ante ella parecí mostrar “indiferencia ante el pasado”, hecho que niega la realidad y que me muestra como una persona insensible ante algo que me ha importado (y me importa) significativamente. Así me alejé, con la sensación de haberme fallado a mí mismo, por el simple hecho de querer salvaguardar mis emociones (pasadas y presentes), incluso corroborando los versos de William Wordsworth.
Aunque no me haya atrevido a recordar en alto el pasado e intervenir cuando sus pausas me lo requerían, sé que hay amores que nunca se olvidan y rosas de las que sí recuerdo su nombre.
Tejas de coco y cardamomo
(1) Prepararemos la masa la noche anterior o por la mañana si las queremos hornear por la noche. La masa puede durar varios días guardada en el frigorífico. Extraemos las semillas del cardamomo y las machacamos bien finas con ayuda de un mortero. Mezclamos el coco con el azúcar polvo (glasé), el cardamomo molido y la(s) pizca(s) de sal. Reservamos la mezcla.
En un cuenco grande batimos el/los huevo(s) y añadimos la mezcla anterior, mezclando bien. Añadimos la mantequilla muy reblandecida, casi derretida (alguna vez la he añadido fundida y ha ido bien), y mezclamos hasta obtener una pasta homogénea. Reservamos en el frigorífico toda la noche para que la mezcla gane consistencia y las galletas mejoren su textura al hornear. La masa puede aguantar en perfecto estado varios días, yo las voy horneando en tandas cuando hago muchas.
(2) Al día siguiente precalentamos el horno a 180ºC. Preparamos un par de bandejas con tapetes de silicona. También podría ser papel de hornear pero es más difícil darles forma a las galletas al salir del horno, cuestión de gustos. Formamos bolitas de masa de unos 10 gr. y las aplanamos con la palma de la mano hasta que queden lo más finas posible. Es la parte más laboriosa, pero tampoco es un problema si no las hacemos demasiado finas, al hornear se desparraman ligeramente y siempre quedarán ricas. Si vemos que se pegan a la mano podemos engrasar las manos ligeramente (muy ligeramente).
(3) Cuando haya alcanzado la temperatura introducimos la(s) bandeja(s) y horneamos durante unos 9-11 minutos, hasta que los bordes se hayan tostado ligeramente. Yo las dejo unos 11 minutos. Aquí ya depende del gusto de cada cual, siempre se endurecerán al enfriar. Retiramos del horno y, con las manos protegidas para no quemarnos, enrollamos el tapete para que adquiera la forma. Dejamos enrollado el tapete (ayudándonos de un paño para que ejerza presión y no se abra) durante unos 5 minutos o más, hasta que haya enfriado, las galletas estén duras y se despeguen con muchísima facilidad.
Si horneamos dos bandejas a la vez intercambiamos la posición de las bandejas a media cocción, unos 5 minutos. Como nos llevará un tiempo depositarlas sobre la bandeja yo las horneo con una única bandeja. Mientras horneo una bandeja preparo la otra.
Guardamos las galletas en un recipiente hermético hasta su degustación. Delicious!
Todas estas semanas de trabajo y ocupación para llegar y publicar esta sencillísima receta, pero no os llevéis a engaño, es de cinco estrellas michelines. Desde luego, la vida es muy confusa. Lo peor es verla desde un único prisma, en el que nosotros somos el centro del universo y el mundo gira a tu alrededor. No es fácil pero... ¿y qué lo es? Debéis perdonar estas confusas palabras debidas a un repentino estado de melancolía y decaimiento provocado por un levísimo comentario. Por suerte, así como llegan se van. Llegan, se van, llegan, se van, llegan, llegan…
La receta, además de su gusto y sabor, se adecúa excepcionalmente a los tiempos que nos ha tocado vivir (¿tocar?, esto no es una lotería, pero podría haberlo sido).
La crisis del capitalismo, porque es eso, que no nos engañen, si en su día cayeron los muros de la autocracia camuflada en un falso socialismo, esta crisis no es más que la confirmación de gran parte de los males intrínsecos de un sistema económico basado en el capital. A diferencia de la caída de aquellos muros, ahora es el propio poder el que lo está queriendo salvar a toda costa con medidas e inyecciones económicas sobre el sistema financiero que bebe del bolsillo de los ciudadanos que la han sufrido, sólo para proteger los intereses de los que se enriquecen con la especulación y el trasiego de capital. Ya me he liado, ésta debía ser la entrada a la receta y no un manifiesto político, políticamente incorrecto.
Pues bien, la receta es de las más económicas que conozco. El coco rallado (~30 céntimos), azúcar (~7 céntimos), un huevo (10 céntimos) y mantequilla (~6 céntimos) hacen que estas tejas (cuyo nombre viene de la forma que presentan) resulten extremadamente económicas (~0,53 euros para un gran número de ellas que no he llegado a contar). Lo del cardamomo ya es otro cantar, después del azafrán y la vainilla una de las especias más caras, pero como su presencia es sólo testimonial, no pasan de unos pocos céntimos de euro. Así ahorraremos, algo que no tengo muy claro que sea positivo. Cuanto más ahorremos, menos consumiremos, menos impuestos indirectos pagaremos, menos ventas y beneficios empresariales, más números rojos y más paro. Si gastamos, mayor beneficio para el estado y las empresas privadas, menos paro y mejor rendimiento económico. En resumen, lo que es bueno para el estado es malo para nosotros, o lo que es lo mismo, al estado y a las empresas le interesa que nos endeudemos para obtener mayor beneficio. La próxima receta llevará caviar de beluga y una reducción de champán Belle Epoque de Perrier-Jouet, así todos contentos… menos yo, que no me gusta demasiado el caviar ni las bebidas alcohólicas, prefiero un bollo dulce, un trocito de chocolate o estas tejas de coco y cardamomo.
La enésima versión de El principito está ahora sobre la mesa del salón. En la primera página, escrito con bolígrafo azul, puede leerse: “Unha volta/volver a empezar. Ascensión 2001. Pepinho C.”. Casi ayer mismo, o eso me parece.
Confundido, me he visto en la necesidad de paralizar la narración de un miércoles como otro cualquiera, hace ya más de una semana, por esta mención que me ha sumido en un estado de emotiva confusión durante cierto tiempo.
Paseaba con M y Teo entre el bullicio y caos por la aglomeración de una Alameda repleta en la tarde del día de la Ascensión, fiesta local pero un día de trabajo para mí como otro cualquiera. No es lugar para niños tan pequeños. Nos abrimos paso entre la multitud para alejarnos del lugar y dirigirnos a la zona vieja, siempre más tranquila por muy concurrida que pueda parecer. Hay rincones que atraen a unos pocos por el simple hecho de sentir la frialdad de la piedra.
La había visto otra vez. Entonces la había saludado con un leve gesto con la cabeza. En aquel encuentro el gesto de su respuesta fue de confusión, casi indignación, por el saludo descarado de un, pensaba ella, desconocido. Recuerdo que llevaba a Teo colgado de la mochila. Ayer nos volvimos a cruzar, pero esta vez fue ella quién se dirigió a mí con el mismo descaro que el que yo había ofrecido en mi primer saludo hacía unos meses. Yo no tenía ganas de hablar, pero una oportunidad como ésta para sacar a la luz viejos e idolatrados recuerdos no se debe dejar pasar por el simple hecho de tener una tarde de cansancio y apatía.
No recordaba su nombre, sólo que había sido compañera y amiga de muchas de las personas que me importaron en tiempos de Bachillerato. Nota: debe hacerse caso omiso del tiempo verbal “importaron”, cuya continuidad podría haber sido extendida en el tiempo. Aún siendo pasado, un “han importado” podría ser más adecuado, y un presente de indicativo (quizás) todavía más.
Cuando te enfrentas al reencuentro con alguien que hace mucho tiempo que no ves (¿20 años?, ¿19?, ¿21?) se plantean muchas dudas. Para empezar, lo mejor es poder acordarse del nombre. Me lo puso fácil, empezó preguntando quién era y cómo me llamaba, por qué la había saludado (o casi) hacía unos meses. Me había visto jugar con Teo en el parque y eso le ayudó a recordar mi cara, el dónde y cuándo es otra historia. Era lógico que no recordase mi nombre, nunca compartimos clase, sólo teníamos alguna amiga y conocidos en común.
“Sigues igual”, me dijo. Ágilmente pude entender el significado real de la frase. Por supuesto que no seguía igual, ni de lejos. Había cambiado, y mucho, malo sería si así no hubiese sido. Comprendí que era un modo de decir que no me había caído el pelo y tampoco me había crecido la barriga cervecera, como a otros compañeros de entonces a los que sí les ha sucedido.
Los reencuentros después de tantos años son un paso a través de la fábrica de la consagración del verdadero YO. En medio, una transición hacia lo que es y será nuestra sensibilidad, personalidad y aspecto en lo que nos queda de vida, la metamorfosis de un insecto que no se mira al espejo y puede llegar ser una mariposa o un escarabajo pelotero. Ni mariposa ni escarabajo, por fuera poco importa, quizás una hormiga o una abeja, un zángano o una obrera está todavía por decidir. Por dentro, sólo la eterna duda y la absoluta certeza de la inexistencia de lo absoluto o cierto.
No quisiera desviarme del verdadero hecho que me ha desorientado, pero no puedo evitar hablar de esos años oscuros en lo físico y mental. En lo físico porque durante esas etapas nuestro cuerpo, que ha dejado de crecer a la velocidad que lo hacía, debe avisar y reeducar al cerebro, y éste a nuestra alimentación, para ajustar el apetito a unas necesidades menos cuantiosas. Ese proceso lleva un tiempo, el que muchos/muchas han visto pasar a través de un espejo durante la época Universitaria o post-adolescente.
Porque si nuestro carácter y personalidad se establecen durante los primeros años de vida, los ideales e ilusiones futuras lo hacen durante esos años de confusión y rebeldía.
En cualquier caso, ajeno a esas imágenes en las que no nos reconocemos, porque los cambios físicos y el sedentarismo de las nuevas exigencias educativas nos estampan durante unos años o un invierno unos granos y/o unos gramos de más, está lo que sí ha perdurado todavía en nuestra memoria: el despertar del amor. Será difícil no caer en la ñoñería o el sentimentalismo, pero aquellos años así lo eran: palabras absolutas y sentimientos a flor de piel.
Durante toda la conversación surgieron nombres, imágenes y personas. Parecía evidente que la interlocutora poseía cierto conocimiento de mis emociones pasadas, o así pareció insinuarlo por la mención de un(os) nombre(es) marcado(s) con pausas y silencios en espera de respuestas y alguna muestra de interés por mi parte. Hay quién dice que es síntoma de madurez el control de las emociones, no creo que sea cierto en absoluto, pues aunque a veces no me sienta demasiado maduro en el sentido estricto del término, alguna vez puedo llegar a serlo y siempre los sentimientos toman la batuta de mis actos con suma facilidad. Esta vez intenté controlarlos y mostrar indiferencia. Lo hice y creo que lo conseguí, no lo digo con orgullo, más bien con cierta decepción. Pensé que no sería correcto a estas alturas de la vida remover pasados que pudieron haber sido y no fueron, construyendo falsos castillos en el aire, olvidándome que todos hemos cambiado, empezando por quien ahora escribe.
Y si así fue, el intento de permanecer impasible ante el cosquilleo interno causó efecto y sólo sirvió para dar pie a una pequeña confesión por su parte con nombres que yo también conocía y, me pareció observar, muestras de un pequeño desencanto sobre su presente e ilusiones pasadas. Como he dicho, me pareció apreciar.
A diferencia de muchas otras situaciones a las que me enfrento en mi vida cotidiana, mi postura no fue la de sincerarme y abrir mis emociones pasadas con total confianza y sin limitaciones a una extraña y desconocida, que lo era. Mi reacción fue la de justificar el presente que ella vivía con la familia que había ayudado a crear haciendo una pequeña mención a “Esplendor en la hierba”. No dudo que todos nos planteamos con frecuencia el “qué hubiese sido si…”. Era mi intención inicial pronunciar aquel poema, que por suerte no recité:
“Aunque mis ojos ya no puedan ver ese puro destello que en mi juventud me deslumbraba, aunque ya nada pueda devolver la hora del esplendor en la hierba, de la gloria en las flores, no hay que afligirse, porque la belleza siempre subsiste en el recuerdo”,
Adaptación bastante acertada de los versos de William Wordsworth, prefiero “belleza” a “fuerza”:
Pues aunque el resplandor que en otro tiempo fue tan brillante
hoy esté por siempre oculto a mis miradas;
aunque nada pueda hacer volver la hora
del esplendor en la hierba, de la gloria en las flores;
No debemos afligirnos, pues encontraremos
fuerza en el recuerdo
Ya había sido suficientemente pedante y cursi con su simple mención. Recetar los versos sería el reflejo de que sí tenía razón y que en realidad “Seguía igual”. Igual de ingenuo, igual de soñador, igual de ciego ante la (cruel) vida real.
Me embargó cierta dosis de decepción y vacío por mi incapacidad para admitir y curar heridas pasadas. Nos despedimos sin haber dicho todo lo que debía. A fin de cuentas, no tenía nada que perder, sólo contarle a un extraña, en otro tiempo “conocida”, qué había pasado por mi interior durante aquellos años, algo que para ella no sería más que un simple ejercicio de curiosidad, como el sicólogo que escucha las elucubraciones de un paciente en vías de desahogo. Si ella demostró estar curada, yo ante ella parecí mostrar “indiferencia ante el pasado”, hecho que niega la realidad y que me muestra como una persona insensible ante algo que me ha importado (y me importa) significativamente. Así me alejé, con la sensación de haberme fallado a mí mismo, por el simple hecho de querer salvaguardar mis emociones (pasadas y presentes), incluso corroborando los versos de William Wordsworth.
Aunque no me haya atrevido a recordar en alto el pasado e intervenir cuando sus pausas me lo requerían, sé que hay amores que nunca se olvidan y rosas de las que sí recuerdo su nombre.
Tejas de coco y cardamomo
- 75 gr. de coco rallado [150 gr.]
- 75 gr. de azúcar polvo (lustre, ~glasé) [150 gr.]
- 1 huevo grande (60 gr.) [2 huevos ~120 gr.]
- 15 gr. de mantequilla, en punto pomada, casi fundida [30 gr.]
- 2 vainas de cardamomo [4], como se suele decir, la c.s. de cardamomo, adecuado a nuestros gustos. [*]
- Una pizca de sal [2 pizcas]
(1) Prepararemos la masa la noche anterior o por la mañana si las queremos hornear por la noche. La masa puede durar varios días guardada en el frigorífico. Extraemos las semillas del cardamomo y las machacamos bien finas con ayuda de un mortero. Mezclamos el coco con el azúcar polvo (glasé), el cardamomo molido y la(s) pizca(s) de sal. Reservamos la mezcla.
En un cuenco grande batimos el/los huevo(s) y añadimos la mezcla anterior, mezclando bien. Añadimos la mantequilla muy reblandecida, casi derretida (alguna vez la he añadido fundida y ha ido bien), y mezclamos hasta obtener una pasta homogénea. Reservamos en el frigorífico toda la noche para que la mezcla gane consistencia y las galletas mejoren su textura al hornear. La masa puede aguantar en perfecto estado varios días, yo las voy horneando en tandas cuando hago muchas.
(2) Al día siguiente precalentamos el horno a 180ºC. Preparamos un par de bandejas con tapetes de silicona. También podría ser papel de hornear pero es más difícil darles forma a las galletas al salir del horno, cuestión de gustos. Formamos bolitas de masa de unos 10 gr. y las aplanamos con la palma de la mano hasta que queden lo más finas posible. Es la parte más laboriosa, pero tampoco es un problema si no las hacemos demasiado finas, al hornear se desparraman ligeramente y siempre quedarán ricas. Si vemos que se pegan a la mano podemos engrasar las manos ligeramente (muy ligeramente).
(3) Cuando haya alcanzado la temperatura introducimos la(s) bandeja(s) y horneamos durante unos 9-11 minutos, hasta que los bordes se hayan tostado ligeramente. Yo las dejo unos 11 minutos. Aquí ya depende del gusto de cada cual, siempre se endurecerán al enfriar. Retiramos del horno y, con las manos protegidas para no quemarnos, enrollamos el tapete para que adquiera la forma. Dejamos enrollado el tapete (ayudándonos de un paño para que ejerza presión y no se abra) durante unos 5 minutos o más, hasta que haya enfriado, las galletas estén duras y se despeguen con muchísima facilidad.
Si horneamos dos bandejas a la vez intercambiamos la posición de las bandejas a media cocción, unos 5 minutos. Como nos llevará un tiempo depositarlas sobre la bandeja yo las horneo con una única bandeja. Mientras horneo una bandeja preparo la otra.
Guardamos las galletas en un recipiente hermético hasta su degustación. Delicious!
Me encantan! y fáciles! Y tendré que releer tus divagaciones pq embarcada como estoy en trabajos y trabajos, ya no entiendo nada cuando lo leo sólo una vez. El riego, supongo. Abuela! las pastillas!!! Me alegra que estés de vuelta, aunque como no te expliques mejor.... Besos miles. OLGA.
ResponderEliminarQue ricas estas tejas, se ven estupendas. Un saludo
ResponderEliminarHola: comparto muchas de tus reflexiones y me encantan tus recetas.
ResponderEliminarEstas tejas las haré aunque no he usado nunca cardamomo.......
Un saludo
En el pasado, a la vez que dejamos a las personas , olvidamos la memoria. Y un día la vista reconoce un sentimiento que oprime las paredes del estómago. ¿Y si...? y ¿Por qué no...? se convierten en un que tal? o en una mirada furtiva. Las palabras se confunden con los pensamientos que nos abordan. Ganas de explotar la olla a presión que tenemos dentro, pero nuestra madurez (tal y como dices) impide la involuntariedad sentimental.
ResponderEliminarTendría que haberle dicho...?
Realmente, la duda siempre queda, preferible en ocasiones a una mala respuesta.
Es el pasado no? Por algo ahora tienes otro tipo de vida.
Un saludo, y ya tenía ganas que volvieras, lo único es ....que no me gustan las tejas!! Otra receta será.
Hola, muy brevemente, sólo un segundo (o dos): GRACIAS.
ResponderEliminarNo sé si serán los últimos coletazos, es muy difícil precisar mi desánimo (que será probablemente mutuo). Estoy agotado físicamente (y mentalmente) y un estado bastante deplorable (a la vista está)...
Olga, es lógico que no se entienda del todo lo que he escrito, en parte era mi intención. En cualquier caso creo que puede intuirse de algún modo lo que quiero decir pese a estar escrito de modo desordenado e intercalando dos fragmentos de la misma historia. Una ayuda: el pasado jueves me encontré con una compañera de instituto, no recordaba su nombre, sólo que habíamos estado en el mismo curso y distinta aula. A partir de ahí surgió una conversación de aquellos tiempos e ilusiones perdidas y muchos nombres que fueron importantes para mí, una rosa que sí tenía nombre...
Un beso.
José Manuel, gracias. Un saludo.
Piluchi, si lo deseas puedes no usar cardamomo, (casi) están igual de buenas, u otro tipo de especia (¿una pizca de jengible? ¿canela?, no sé)
Un saludo.
Mayte, es muy fácil y también (puedo asegurarlo) con resultados muy sorprendentes. Pues creo no haber hecho nunca tejas de chocolate, las haré. Gracias.
Era mi intención jugar con la idea que da pie al título de “El nombre de la rosa”, pero en este caso la de una joven que sí conocía. De aquellas ilusiones perdidas y del paso del tiempo sobre nuestro cuerpo y personalidad. ¿qué somos? Me pregunto. Estoy seguro que nuestro aspecto no tiene nada que ver.
Yo os pongo imagen a vuestros mensajes y me ayuda a saber cómo sois, indpendientemente de la imagen (más o menos real) que tengáis como avatar. Soy lo que pienso y algo de lo que hago, sólo un poco.
Un beso.
Harry Haller, sólo para locos.
María, tengo muchos pasados. El de la infancia en Boiro, breve pero intenso, y el de mi época de adolescencia y siguientes que te marca desde un punto de vista sentimental.
ResponderEliminarDel primero poco que decir, cada cual ha seguido su camino y si por casualidad nos cruzamos las miradas, puede verse en ellas cierta dosis de añoranza. El segundo fue más intenso, más cercano y que toca otro tipo de sentimientos.
Aunque no te gusten las tejas... ¡prúebas! No te dedepcionarán, estoy seguro. Sólo perderás unos céntimos de euro.
Gracias.
Estas tejas me parecen espectaculares, son perfectas! el coco con el cardamomo debe ser una delicia. la presentación de lujo y la receta se anota YA!
ResponderEliminarPepeeeeee......a mi si que se me va la olla con estas tejas, ya que soy de al lado de Tolosa puedo decirte que no son de cinco estrellas sino de diez por lo menos.
ResponderEliminarAnimo, energia y descanso son mis deseos, espero que te lleguen.
Un fuerte abrazo
Bueno, hasta ahí te había pillado, jejeje, lo que pasa es que quería máaaaaas historia, pq nos dejas con la intriga de la rosa. En fin, todos tenemos un rosal en nuetros recuerdos (y en nuestro presente)y un ¿y si....?. Besos. ¿Por qué no hay opción de chatear en los blogs? mmmmmmm
ResponderEliminarHola Papinho, me alegro que estés de vuelta. Y estas tejas se ven maravillosas nunca he hecho nada parecido.
ResponderEliminarTe deseo que estés bien, que el Teo siga bien, muchos besooss, gloria
Me encanta el cardamomo, lo uso en varias recetas es deliciosos.
ResponderEliminarComparto lo que dice Olga, solo por saber, porque quitaste los favoritos?? solo te preguntamos, besoos y que este sbien
Qué melancolía se desprende de tus textos. Casi siempre y de éste en especial, me parece.
ResponderEliminarAlguien me dijo una vez que nuestro cerebro fija nuestra imagen en una determinada edad. Cuando pensamos en nosotros mismos nos vemos con ese aspecto que el cerbro ha guardado, no con la imagen que nos devuelve el espejo. Y no nos reconocemos.
Por lo de la imagen y el avatar de tu último comentario.
Besos.
Esperanza.
Hola, hace calor en Santiago y han empezado a recoger la basura después de una semana. Sé que no tiene absolutamente nada que ver con la receta pero es mejor que hablar del tiempo y me permite poner la mente en blanco para ver las temas con más frialdad. No ha sido un buen día. Besos.
ResponderEliminarfresaypimienta, excelente combinación también me gustaría si hubiese sido “cayenaychocolate”.
Gracias. No sé si serán perfectas, mejor dicho, seguro que no lo son, pero creo que el papel de la “pimienta” que te da nombre lo juega el cardamomo en este caso. Abrazo.
Pilar, salvando las distancias, éstas no se hacen con claras, llevan huevo y no llevan harina. Aquí hay unos famosos almendrados que se hacen con claras, almendra y azúcar, los almendrados de Allariz. Me han entrado ganas de probar las de Tolosa. Anoto la sugerencia.
Un abrazo.
Olga, si habías pillado hasta allí, has llegado al final. El resto de la historia te lo dejo a la imaginación. Puedes suponer que si no me atrevía a decir un nombre en privado, en público sería peor el rubor y el daño. Hay historias imposibles y que lo único factible es guardarlas en la imaginación de un adolescente. Pura fantasía. Hay sólo (por mucho que otros crean saber la verdad, hay nombres que nunca he pronunciado ante nadie) una persona que pueda saberlo, la que recibió el cruce miradas hace muchos años.
¿Y si…? Lo pregunto, lo preguntaremos y lo preguntarán, porque somos animales insatisfechos y que en los momentos bajos queremos imaginarnos otro modo de ver la vida. Si hubiésemos tomado otro camino entonces seguiríamos preguntándonos “y si no…” La muerte es dejar de soñar.
Un beso.
Gloria, hago lo que puedo. Tengo muchas recetas pendientes pero a veces me equivoco al optar por “la siguiente”, no porque no me guste, más que nada porque me sorprende que recetas que a mí me han encantado no lo hagan al resto de los mortales. Volveré pronto si la semana se presenta decente. El fin de semana pasado (incluido el lunes) estuvimos fuera y el resto de días fue un “full time” de Teo (María estuvo muy ocupada por las tardes).
Teo es un “pepinho.com”, le encanta correr y sudar. No me imaginaba que a sus 16 meses le encantase subir y bajar cuestas, correr por la hierba o sacudir los pies sobre la arena. Agota, pero ahora empieza a ser más divertido (si hubiese sido posible).
No sé a qué te refieres con lo de “quitaste los favoritos”, lo único que he hecho es estar ausente. Estoy un poco espeso.
Besos.
Esperanza, es curioso, no por tu imagen del mar, por tus textos, te imaginaba como una soñadora y, como los sueños, volátil. Es agradable ver tu cara, pero yo sigo imaginándome (y opinando) a las personas por lo que escriben o dicen y no por lo que veo. Sobre los que han escrito en esta entrada, así los veo ahora, quizás mañana de otro modo (PERDÓN, pero me divierte hacerlo): Gloria como una persona muy emotiva, dulce y preocupada; Olga, divertida a la que le gustan las fiestas, amiga de sus amig@s y de ideas muy claras; Pilar, constante, perfeccionista, detallista, imaginativa; fresasypimienta, profesional, innovadora, aventurada; Pepinho, soñador, inconformista, perfeccionista, melancólico, lobo estepario…; María, sensible, muy decidida y sincera, soñadora; Mayte, imaginación, arte, perfeccionismo, inconformismo,…; Piluchi, generosidad, bondad,… Además de este apresurado y trivial ejercicio de divertimento, puedo asegurar que es relativamente fácil hacerse una pequeña idea del modo de ser de los que publican comentarios o debaten en el blog.
Yo me veo como un chico de 18 años con un rostro de 30. Cuando me veo en videos no me reconozco, en fotos creo conocerme algo, en audio me suena adolescente.
Un beso.
jajajaj, bueno, divertida soy, de hecho me caigo bien y todo. Lo de la fiesta me has hecho reir, porque yo ya sólo salgo a conciertos y allí estoy cantando y en mi propio mundo. No sé por qué me molesto en ir acompañada, pq condeno a la persona en cuestión al ostracismo total, jajaja. Mola ver cómo te imaginan los demás. Hace pcoo había un texto de "cortar y pegar" en facebook donde la gente tenía que contar la primera imagen que tenía de tí. Pues bien, todos, absolutamente tooodos me recordaban en los alrededores de una cancha o en un concierto (lo cual engloba ante-concierto, concierto propiamente dicho y lo mejor: el postconcierto!). Pero vamos, mayoría aplastante me recordaba cantando algo la primera vez que me vió. Qué fuerte, eh? y qué descaro, con lo mal que canto!!! en fín, buenas noches y que descanses. Yo lo intentaré también. Besos miles. OLGA.
ResponderEliminarUfff... hoy tocas un tema que me hace pupa... muuucha pupa, la situacion actual que por arte de Birlibirloque hará desaparecer de mi casa algo así como el 10% de los ingresos (estoy endemoniada)y no quiero ni pensarlo...
ResponderEliminarAsí que prefiero el otro, jajaja... ese cuando te dicen: "estás igual, no has cambiado"... : O ... imposible, me llamo igual pero no soy la misma de hace 30 años...es algo que me hace mucha gracia.
Los versos de Wordsworth me llevan a la peli que mas de una vez me hizo llorar...Natalie Wood y Warren Beatty, qué jovencitos estaban, verdad ??? hace 30 años nosotros tambien.
Entre uno y otro me llevo unas tejas que me gustan con locura, pero en casa todo lo mas que logro son galletas retorcidas.
Besinos
por mas que sigo tus instrucciones al pie de la letra, no consigo hacer una masa como para hacer bolitas, si no mas bien se queda como un potito, incluso le he añadido harina, pero tan dura? comoooorrrrr?
ResponderEliminar¿las has puesto en el frigorífico? Es muy importante. ¿has puesto bien las medidas? Tengo que irme... sorry. Mañana pondré un video para que veas cómo se quedan (las preparao esta noche).
ResponderEliminarNunca añadas ingredienes esenciales que no indica receta, casi siempre falla. Como mucho (li la medida del huevo no es la apropiada) añade la misma proporción de sustancias sólidas (coco, azúcar...)
Al mirar atrás podemos ver o imaginar todos los "yoes" que pudimos haber sido, e inevitablemente contemplar las distintas opciones posibles, la apatía o indiferencia ante otros caminos; y podemos pensar que nos hemos equivocado, que nuestro "libre albedrío" (acaso existe?) nos ha jugado una mala pasada; que no hemos sabido discernir lo que realmente estaba en sintonía con nuestro verdadero ser. Podemos sentir que hemos dejado vidas maravillosas sin vivir, y seguramente es así.
ResponderEliminarDe cualquier manera, los "yoes" que pudimos haber sido, permanecen mudos e inmóviles mientras vivimos intensamente el presente. Sólo cuando en éste hay decepción e infelicidad, es cuando el pasado nos hace señas y reproches.
Así ocurre con el amor, cuando estamos enamorados, cualquier historia amorosa pasada, real o potencial, palidece, se torna pueril, semeja un amago del verdadero amor, una puerta que necesariamente debía cerrarse para dar paso a lo que tenemos ahora. Precisamente, lo maravilloso de estar enamorado es vivir y querer un eterno ahora.
Te confieso que no sé nada del cardamomo.Creo que quedará perdido en alguna de mis vidas no vividas.
Besos. Cúidate.
Buenis lunes (o casi),
ResponderEliminarJaime, en cuanto llegué de casa de mis suegros dediqué unos minutos a hacer las tejas, se hacen rapidísimo. Molí el azúcar y pesé 75 gr, lo mezclé con el coco (75 gr) y le añadí un huevo de unos 62 gr. (con concha pesaba 74 gr.), batiéndolo ligeramente con la mezcla. Añadí la mantequilla reblandecida (en pomada), blanda, no fundida y lo mezclé todo. También añadí una pizca de sal (muy poca) y la primera especia que tenía delante. La masa quedó con la consistencia suficiente como para hacer las tejas, sin reposo.
Encendí el horno y esperé a que se calentase mientras preparaba las tejas. Las puse sobre papel de hornear y las aplasté con otra hoja de papel para que quedasen finas. A los 8 minutos estaban hecha y perfectas, incluso fueron fácil de envolver. Las deselvolví mucho más rapidanmente por usar papel de hornear (se enfrían antes).
No he encontrado ningún problema en la receta. Si tal, tal vez no debí haber puesto eso de que "la mantequilla podía ser fundida", ponla blanda y ya verás cómo funciona perfectamente. Pruébalo, estoy segundo que funcionará, no le añadas nada más.
Que haya suerte.
Hilda, a mí lo del 7% (parece que al final se aplican distintos porcentajes a los complementos y quedará en menos reducción) no me parecería mal si realmente supiese que va a servir para algo. Es decir, puedo vivir y sería solidario ceder parte de mi salario al estado para ser más equitativos. Pero no, para empezar, se congelan las pensiones para salvaguardar un sistema dilapidado por la banca y la especulación, protegiendo el sistema capitalista y a las grandes fortunas. Me molesta el mal uso que se hace del dinero público, porque sé cuánto se malgasta en las administraciones públicas, y no precisamente en salarios. Cuando llega el cierre de año y los despilfarros del remamente para conservar el presupuesto para el año siguiente, los proyectos fantasma, la concesión sobrevalorada de obras a “amigos”, el despilfarro de material informático y de oficina, la compra de licencias software que podrían ser sustituidas por software libre. La falta de optimización en el trabajo, los hay que trabajan mucho y otros que no hacen casi nada.
También me parece muy injusta la falsa imagen que se tiene del funcionariado, normalmente persona que ha estudiado, ha preparado y aprobado una oposición con un esfuerzo y presión considerable. Hay funcionarios que no trabajan (casi) nada, pero hay muchos más que trabajan mucho (el concepto de “funcionario” es muy genérico: son funcionarios los policías, los profesores, el personal administrativo, los médicos….).
Yo sí que estoy cambiando cada día, como “Martín Matín”. Hoy me toca ser el compañero de Leoncio el León.
Atenea, yo creo que todos los “yoes”, como dices, los caminos, nos llevarían al mismo punto: la eterna pregunta “¿Qué hubiese pasado si…?”. Porque por muy felices que seamos siempre hay momentos de tristeza y amargura, sin esos nunca sabríamos si somos o no felices. El centro de gravedad.
Un beso. Idem.
Perdona Pepinho sòlo me referìa a los que ahora estan el otro dìa no se veian, los blogs favoritos o tu lista, nada màs. Besoos y que estes bien en la semana.
ResponderEliminarO sea los blogs favoritos que pones en tu primera pagina (que yo tambien tengo)
Huuummmm que ricas deben de estar estas tejas .... se ven de lujo ... un besito
ResponderEliminarHola, qué bien que estés aquí otra vez; sí, ya se que hace días que compartes, pero cuando me fui el jueves aún no había nuevas tuyas, y esperaba que esa cabecita tuya no te diera demasiado que pensar... Ya veo que un poco si era así, pero también que como siempre sales adelante. Fuerza, Pepinho!
ResponderEliminarEstáis genial, sobre todo la pose de T intentando alcanzar algo de la mesa, pasando de la 'pose-para-la-foto'. ;·)
Recuerdo que cuando vi la primera vez 'Esplendor...' (tendría unos 12 años), me dejó bien deprimida, por no acabar juntos. Y encima con vidas tan diferentes. Pero la frase final me alucinó tanto que fui en seguida a por libreta y boli para apuntármela. Después estuve mucho tiempo diciendo que era mi peli preferida, pero creo que sobre todo era por el verso que me encandiló.
Qué buenas son las tejas, y qué fotogénicas te han quedado. Una vez hice, con claras, pero al poco ya estaban totalmente blandas, esperé el rato preciso para que enfriaran antes de guardarlas herméticamente, pero ya ves. Con algunas recetas de cookies americanas también me pasa (por fin encontré una que no!). Como no volví a probar a hacerlas, intentaré estas tuyas con el huevo completo. ¿Qué tal te han quedado de crujientes?
Yo también imagino así como describes a Gloria y a Olga. Ese ejercicio ha sido muy bonito. Yo añadiría de Gloria, su carácter, me encanta cómo salta ante las injusticias, sean grandes o pequeñas, de una manera tan directa. Y de Olga, exactamente lo mismo que de Gloria pero hecho de una manera diferente, con su retranca, tan divertida pero bien reivindicativa. A ti te veo tal como te ves tú mismo, nos lo has puesto fácil al dejarnos conocerte este poquito, pero de esta manera tan limpia y sincera. Por eso no dejamos de pasar.
BESOS...
anda que... si no es por Rosita ni veo la foto. Yo y mis prisas, siempre igual. Muuuy guapos los dos. Ya echaba de menos ver a Teo. Las ciber-tías es lo que tenemos, que somos caldosas, jajaja. Besos mil. OLGA.
ResponderEliminarY un muac enorme desde el stress de fin de curso.
ResponderEliminarPróxima visita: Madrid. Asuntos varios e interesantes. Se admiten encargos.
Muacs dulces para los dos chicos de la foto y hoy no tomo dulce que el coco lo dejo para Barrio Sésamo
quizas es lo de la mantequilla, ya q yo la echè fundida,voy a probar esta tarde (es q he estao un poco liao estos dias) y te cuento mañana.
ResponderEliminargracias por la respuesta
Hi,
ResponderEliminar“Estoy listo, estoy listo, estoy listo….” “¿Podría quedarme a vivir un par de días, un mes o dos?" (Bob Esponja)
"Mi calzoncillo era blanco cuando lo compré", “¡Aaaah! ¡Es el Apocalipsis, llueven artículos de oficina!" (Patricio)
Gloria, eso habrá sido cosa de Guguel. Lo que he hecho es dejar de poner enlaces hace mucho tiempo, la lista se estaba haciendo interminable. Empecé poniendo los blogs de los amigos y ahí se ha quedado.
Un beso.
Julycar, ¿Julia y Carlos? ¿Julio y Carla? ¿Julio y Carmen?... Gracias.
Otro besito.
Rosita, llevo dos semanas para el arrastre, no hay más que verme. Agotado y ojeroso. Hoy ha vuelto a llover y ha sido peor.
El T nunca posa, ni te imaginas lo que ha costado sujetarlo para que pueda aparecer con él. Yo acostumbro a estar al otro lado de la cámara.
A mí también me pasó algo parecido con “Esplendor en la hierba”. Entonces ya era muy aficionado al cine (quizás más que ahora) y no me gustaba demasiado el director (por temas políticos) ni W. Beatty. Con la Natalie Wood era otra cosa. No me molestó demasiado el final, sobre todo por la postura de N. W., mucho más consecuente que él con el pasado.
Aunque no tiene mucho que ver, años después acompañaba bastantes veces a un amigo a ver al Celta (vivía en Vigo) y recuerdo que había un aficionado que no hacía más que llamar a un jugador (Fabiano) del Celta “Esplendor en la hierba”. Cuando escucho la frase pienso en ambas cosas, la película y esos partidos de fútbol, uno lo recuerdo con melancolía y añoranza por la juventud perdida, otro con una sonrisa.
Me han entrado ganas de describirte… no lo haré ;-)
Besos.
Olga, Teo está al caer. Hay una foto en la prensa (cosas de María) que (para mí) no le hace justicia
2001 besos.
Berta, idem desde un doble fin de curso y un ser a un niño pegado.
¿Puedes pasar por el Congreso de los Diputados? Tengo varios encargos… ;-)
Un beso, feliz viaje.
Jaime, suerte!... recuerda: reposo (o no). Prueba a aplastarlas con otra hoja de papel de hernear.
me lo comooooooooo!!!!! que no le hace justicia??? Pero si está preciosísimo. Qué ojos, qué rubio, qué dientes más monos!!! ays, yo ya no me acuerdo Pepe. Disfrútalo, que pasa volandoooo. Besos liados de trabajos infernales (tú como eres profe ya no te acuerdas, pero cuestan mucho, jejeje).
ResponderEliminarBerta! Ves a OOmuombo, tienda de la calle Fuencarral, 26 (no sé si he escrito bien el nombre de la tienda....) y compra los mejores toffes de regaliz del mundo mundial Soy adicta a ellos. Estoy esperando el próximo envío para el primer finde de junio y no aguanto. Creo que los sueño y todo y más en estas épocas de estrés, donde los exámenes y trabajos son lo que más tiempo me ocupan y lo que menos me preocupa. Mil cosas más, 3 casas que llevar a mis espaldas....¿Qué hace pensar que nunca me canso? En fín.... Buenas noches ciberamigos!!!!
El Teo està màs precioso que nunca que duda cabe, ay esos ojos azules, me mata, besoos
ResponderEliminarRosita gracias y de ti dirè que eres una buena amiga, certera,inteligente, un cielo!! y lo digo de verdad, besoos
No he venido demasiado, porque porblemas con Espe, se ha desmayado en el colegio ya se imaginan, es un cuento largo, estamos con examenes mèdicos, besoos
Guapiiiisimo! Además, en esta foto se le ve menos cara de bebé. Preciosa risotada.
ResponderEliminarCon esa aventurilla del aficionado celtinha, “Nostálgico Pepe”, me he acordado de nuestro gran Andrés Montes, tan aficionado a ese tipo de motes, que a mi me divierten tanto y que se quedan en la cabeza para siempre. Ahora las retransmisiones son más aburridas.
Bueno, espero que no fuera mala, esa descripción reprimida... :·))))))
Gloria, un abrazote, para ti y para la Espe, cuídala (y cuídate) mucho, bueno, como siempre haces, y conserva esa fuerza y esa fe. Ánimo, amiga.
BESOS...
Es una maravilla todo lo que haces!! No sé qué me gusta más... Siempre que intento hacer algo especial para una cena te visito para buscar ideas. Enhorabuena por tu blog!
ResponderEliminarBesos
Gema
http://la-gitanilla.blogspot.com/
¡Oh, el esplendor en la hierba!
ResponderEliminarSí, también me acuerdo de la película al leer el poema y de una Natalie Wood fascinante, de aquella rosa...me pregunto si echará de menos a su Principito.
Se ven deliciosas tus recetas, esta muy padre tu blog, se nota que le pones pasion y esa misma pasion la transmites en cada una de tus recetas que eso es lo que hace tu blog interesante, adictivo y un poco frustrante bueno en mi caso porque siento que son muy difíciles de hacer aunque las haces parecer tan fáciles... bueno un saludo desde México.
ResponderEliminarY espero tu próxima receta, aver si porfin me animo a hacer una de tus tantas recetas, se hacer uno que otro postre porque estoy estudiando un poco de gastronomía aunque es mas administración :( jaajaj y justo en este momento llevo reposteria y panaderia de materia pero mi maestro no tiene esa pasion y entrega que tu transmites, serias un perfecto maestro sino es que ya lo eres, bueno me retiro y mucha suerte siempre. bye!
Jo...pensé que lo perfeccionista no se notaba! jajajaja
ResponderEliminarLo de la imaginación, sí tengo un montón, creo que no podría vivir sin ella en medio de toda la locura del día a día.
Para mi no es tan facil imaginarte de una sola pieza, como suelo hacerlo con las personas que veo y que luego de una forma u otra terminan siendo parte de mis historias cuando escribo, y como soy terriblemente metáforica, hoy en ésta madrugada podrías ser como la roca que golpea la espuma de mar, parece porosoa, minada por el agua que la roza y sin embargo tan fuerte y resistente que sostiene los embistes que la marea le provoca al mar, que hace crecer pequeños universos en esos huecos pequeñitos que a veces parecen cicatrices y son solo huella del paso del tiempo haciendola más fuerte. Ves...si me explayo soy un desastre pero las letras son mi único modo de vivir.
Un bico, y mira que me cuesta porque solo a una persona se lo escribía así, pero lo hago con cariño para ti a la distancia y como exorcismo, que es bueno soltar fantasmas.
Me disculparía por soltar el rollo éste, pero hoy no lo haré.
;)
Por cierto tengo un pequeño conflicto...ojala todos fueran como éste.
ResponderEliminarNo sé como dejarte un comentario, si con ésta cuenta, con la otra del de cocina, por si te enredo y terminas sin saber quien escribe :p
En fin que...eso que como los niños,lo haré una y una.
Hola Pepinho! Mi nombre es Paola vivo en Argentina y soy nueva en esto de los blogs, buscando una buena receta de macarons encontré tu Blog. Sólo escribo para decirte que es maravilloso lo que hacés desconozco donde vivís pero seguramente serás un reconocido chef. Verdaderamente maravilloso tu trabajo, tanto las recetas como las fotos. Gracias por compartir tus conocimientos. Saludos! Pao
ResponderEliminarse me habia olvidao contarte, era la mantequilla, he usado margarina que esta en ese punto de cremosidad y perfectas, las tape con dos hojas y las aplaste con una botella de rioja, eso si el rioja debe ser bueno, gracias por la receta
ResponderEliminarTarde tranquila de sábado después de una desafortunada mañana. Y tengo que agradecertelo a ti. Yo sóla no lo hubiera conseguido. Tus pensamientos me relajan. Ya apenas leo tus recetas.
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